I.
– Al final, las quejas de los funcionarios no duraron más que dos semanas. Ya decía yo que se iban a cansar enseguida. Esa gente nunca tuvo vocación de lucha.
– Me parece que te estás equivocando. Cada día hay algún encierro, algún corte de calle. No es generalizado, pero se mantiene. Y en realidad, hubo un acuerdo para frenar hasta septiembre. Hay demasiada gente de vacaciones y no es cuestión de exponer al personal a posibles sanciones.
– En septiembre ya se habrán enfriado los ánimos y habrán aceptado que no queda más remedio que asumir esta realidad. Te lo digo yo…
– Que te digo que estás midiendo mal. En septiembre entra en vigor el aumento del IVA, comienzan las clases y todavía quedan los anuncios de los nuevos ajustes que nos imponen desde Alemania y la UE.
– No le veo mucho futuro a esa pelea.
– Mira, te voy a decir otra cosa: nunca en mi vida, y sabes que llevo muchos años en esto, vi tanta unidad entre las bases sindicales. No te hablo de las cúpulas sino de la gente en las empresas. El otoño va a ser muy pero muy movido. Que el Gobierno se vaya preparando porque a partir de mediados de septiembre se viene una muy gorda.
(La tranquilidad de la tarde veraniega, un buen escenario para la charla picante entre el veterano delegado sindical y el descreído dueño del café del barrio).
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II.
– Entraba ahora a Madrid por la carretera y he visto unos de esos aviones hidrantes que se usan para apagar incendios. Algo debe de estar ardiendo por ahí…
– No me sorprende. Llevamos varios días con incendios en los montes de la Comunidad. Y más que va a haber.
– Yo no leí nada al respecto.
– Porque no querrán contarlo. Pero mi primo es bombero y justo ayer me hablaba de esto. ¿Sabe que en Madrid los bomberos de guardia han sido reducidos al mínimo?
– Pero eso es un peligro…
– Ya… Pero hay que recortar gastos, y así se ahorran el plus que se paga por guardia. Por eso le digo que no me sorprende que haya incendios. Mientras no sean demasiado grandes ni siquiera van a apagarlos. Habrán hecho cuentas y creerán que dejar que se queme el monte es más barato…
(Entre tijeretazo y afeitada, el hombre de negocios escuchaba boquiabierto a su peluquero, sin dudas todo un experto en recortes).