Talibanes en Israel

Beit Shemesh, a 30 km. de Jerusalén, en Israel. Dos hombres de la comunidad ultraortodoxa obligan a una adolescente a sentarse en el fondo de un autobús público. Cualquier semejanza con el apartheid sudafricano o con Alabama antes de que Rosa Parks se negara a ceder su asiento a un hombre blanco en 1955 no es pura coincidencia.
Kol Berama, emisora de radio ultraortodoxa de Jerusalén. Durante toda su programación es imposible escuchar una voz femenina, incluso si el tema del que se habla concierne al mundo de la mujer. Cualquier parecido con los talibanes afganos o las costumbres en países del Golfo tampoco es casualidad.

Judíos ortodoxos rezan frente al Muro de las Lamentaciones. No hay mujeres. Ellas solo pueden hacerlo aparte, en un pequeño espacio a la derecha de la pared sagrada. Foto: Rodolfo Chisleanschi

La discriminación de las mujeres en la comunidad hasidim israelí empieza a ser un peligroso espejo de otras segregaciones, ya sea el género o la raza el motivo de marginación social. Y no deja de ser curioso que enemigos irreconciliables desde hace un siglo, como árabes y judíos, encuentren un punto en común a través del fanatismo religioso llevado a sus peores extremos.

El único aliciente es que, al menos, en Israel algo se mueve para intentar ponerle freno. En enero de este año, el Centro de Acción Religiosa de aquel país presentó un informe con 50 casos de discriminación ocurridos en 2011. Los jueces ordenaron indemnizar a la joven del autobús con 2.400 € por la agresión sufrida. Y Kolech, primera organización judía ortodoxa de mujeres de Israel, presentó una demanda por 20 millones de euros contra la radio Kol Berama. «Solemos hablar de discriminación contra las mujeres y no pasa nada. Cuando la gente comprenda que es algo que les va a costar mucho dinero, esperamos que las cosas cambien», explicó Riki Shapira, asesora legal de la entidad.

Los hasidim o ultraortodoxos constituyen el 10% de la población israelí, y no todos sus componentes acuerdan con estas actitudes radicales, pero lo cierto es que el fenómeno va en aumento, y por ejemplo, la empresa de autobuses Egged decidió no incluir personas en los anuncios publicitarios que llevan sus vehículos, para evitar represalias en caso de que aparezca alguna mujer. «Es una pendiente resbalosa, si permites la práctica en cierto ámbito terminará desbordando a otros. La gente comienza a darse cuenta de los peligros que encierra. Ocurre en todas partes y por eso es importante detenerla y explicar cuán peligrosa es», afirma la abogada Orly Erez- Likhovski, del Centro de Acción Religiosa.

Hace un par de años en una cafetería de Jerusalén el periodista y escritor Elías Scherbacovsky, ex delegado de la Agencia EFE en el área durante casi 40 años, me decía que si el conflicto de Medio Oriente no tenía opciones de solución no era por las viejas discrepancias entre judíos y árabes, sino por el avance imparable del fundamentalismo ultraortodoxo, en lo demográfico y en el peso específico dentro de Israel. Como en tantas otras cosas, el tiempo le va dando la razón a este viejo maestro del periodismo.

Fuente: IPS

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