Una espectadora pone en silencio su iPhone 5 sentada en una butaca del teatro Alfil, en Madrid. Antes, saca brillo a la pantalla Retina de 4 pulgadas con la manga del jersey. Quizá, al coste de su preciada joya (a partir de 669 €) le ha tocado sumar horas de colas y empujones, y el éxito de haberlo conseguido el mismo día de su puesta en venta, hace apenas una semana.
Apple vendió cinco millones de unidades similares en los tres primeros días tras su lanzamiento, y las existencias de este nuevo terminal, símbolo de estatus, diseño y glamour, se agotan en tiendas y webs de teleoperadores móviles. Pero un rumor ha logrado disparar el consumo de ansiolíticos entre quienes se encuentran en las listas de espera para conseguirlo: su producción podría estar paralizada debido a una huelga de trabajadores en China.
Las imágenes de tumultos de gente ante los puntos de venta recorren desde Japón, Estados Unidos y Australia hasta Londres, Madrid o Barcelona, y revelan que los brotes de fiebre tecnológica saltan por encima de la crisis y envuelven a los consumidores en un estado inocente y confiado en el que no cabe pensar que la reluciente manzana pueda estar envenenada. No es fácil ver más allá de las capas de cristal de la carcasa trasera o del Chip A6 cuál es el precio humano, ni tan siquiera imaginar las consecuencias nefastas de la deslocalización de la producción detrás del genial diseño y las herramientas prodigiosas que nos hacen la vida más cómoda y alegre.
La obra de teatro Agonía y éxtasis de Steve Jobs comienza, y el actor Daniel Muriel toma la palabra, divertida, irónica y afilada, para repasar la trayectoria profesional del icono del mundo contemporáneo, nuestro gran Padre tecnológico. Surgen las luces pero también las sombras del idolatrado fundador del universo Apple. El monólogo avanza mordaz hacia el lugar de origen donde se fabrica esta tecnología objeto de deseo, hasta la conciencia del fan de la manzanita, para narrar la verdad con oficio periodístico: las condiciones inhumanas de la empresa Foxconn en China, donde se ensamblan las piezas en cadenas de montaje regidas por normas militares; con salarios de 100 € al mes y jornadas de 16 horas, sin pagas extras, durante seis días a la semana; donde existe constancia de una docena de suicidios de empleados de entre 18 y 24 años.
El texto es una adaptación de Nacho Artime de la obra del monologuista estadounidense Mike Daisey, quien viajó en varias ocasiones a Shenzen (Cantón, en el sureste de China), la ciudad convertida en laboratorio de la economía socialista de mercado y donde se produce la mayoría de productos electrónicos también de otras compañías, como Nokia, Dell o HP. Daisey visitó la central de Foxconn donde se ensambla el iPad y trabajan más de 400.000 personas. Conoció la realidad de la explotación humana y decidió divulgarla a través de una pieza teatral, considerada por el Washington Post como “la mejor comedia americana del año”.
Cae el telón en el teatro Alfil y con él parte de nuestra inocencia entre risas y reflexiones tristes. Quizá incomode llevar encima un iPhone o un iPad. Aunque también podría ser un Samsung, por ejemplo: recientemente la organización China Labor Watch, con sede en Nueva York, denunció que siete menores de 16 años trabajaban en una planta de HEG Electronics (en Huizhou) produciendo móviles y reproductores de DVD para Samsung. Casi nadie tiene su conciencia a salvo.
China Labor Watch es la autora del informe sobre la actual huelga que llevan a cabo unos 2.000 a 3.000 trabajadores en la planta de Foxconn en Zhengzhou, donde se está ensamblando el iPhone 5, debido a la falta de entrenamiento adecuado, las excesivas demandas de calidad y las horas extras. Tras las denuncias de abusos, Apple firmó un pacto con Foxconn para reducir horarios, mejorar la seguridad de los trabajadores y compensarles con beneficios sociales. Pero los nuevos hechos denunciados revelan que las factorías chinas siguen sin control.
Beatriz Valdeón
Agonía y éxtasis de Steve Jobs. Adaptación: Nacho Artime. Director: David Serrano. Teatro Alfil. C/ Pez, 10. Madrid. Hasta el 9 de diciembre.