“SER FAMOSO ES MUCHO MÁS FÁCIL QUE SER ACTOR”
Dos mujeres sentadas en una mesa cercana acaban de darse cuenta quién es su ocasional vecina de aperitivo. Miran. Susurran. Vuelven a mirar. “Antes estábamos en el patio de butacas, ahora pasamos al escenario”, comenta Emma Suárez después del cambio de mesa en el café donde tiene lugar la entrevista, tan cómoda en una situación como en la otra, tan a gusto siendo público como habituada a codearse con la popularidad: “Me acompaña desde niña, y me he ido haciendo. Al principio tomaba cierta distancia, porque no me sentía preparada para afrontar según qué situaciones, ahora creo que ya somos amigas”.
Es verdad. Hace ya mucho tiempo que esta chica rubia y guapa que creció en el madrileño barrio de La Latina dejó de ser una desconocida. Exactamente desde el momento en que se puso delante de una cámara, con 14 años de edad, como si fuese un juego más de una adolescente inquieta.
– Mis padres me llevaron a un casting para la película Memorias de Leticia Valle, sobre una novela de Rosa Chacel, y fui seleccionada. Yo no tenía vocación de actriz, ni tomaba las decisiones. La vida o el destino me llevaban y elegían por mí. La vocación fue creciendo después, en paralelo al trabajo y al hecho de asumir la responsabilidad de lo que significa esta profesión comprometida, en la que te expones y expones tu alma.
Pero en algún momento se habrá mirado a un espejo y habrá dicho: ya soy actriz. Tres años después de aquella primera película me llamaron para hacer teatro, El cementerio de los pájaros, de Antonio Gala. Tenía 18 años y compartiría escenario con Irene Gutiérrez Caba y Encarna Paso. Entonces me di cuenta que aquello iba en serio, porque el teatro me generaba mucho respeto. Tal vez ese haya sido el punto de inflexión.
Cuenta Emma Suárez que uno de sus primeros directores le aconsejó no apuntarse a ninguna escuela, porque la veía muy receptiva a todo lo que le enseñaban –“me hice sobre la marcha, trabajando”- y que de todos sus compañeros, maestros ocasionales, fue aprendiendo algo, sin prisas, dándose tiempo para reflexionar y captar qué significa subir a un escenario o ponerse delante de una cámara.
– Actuar es un medio para comprender al ser humano, porque tratando de conocer personajes me conozco un poco más a mí misma. Es cierto que trabajamos con la mentira, pero la verdad está siempre en el fondo, y es imposible convertir una mentira en verdad si primero no te la crees tú.
¿Esto es lo que le diría a alguien que está empezando si le pidiera un consejo? Es difícil aconsejar a una persona porque no sabes realmente cuál es su motivación. Este trabajo está lleno de artificios y complementos. Ser actor es un trabajo de fondo, de investigación del alma, de comprender las emociones y por qué somos como somos. Creo que a quien me pidiera un consejo sólo le diría: “siéntate en una terraza y observa”.
¿Los jóvenes que van incorporándose a la escena tienen más o menos paciencia que antes? Quizás haya más prisa por acaparar, por comerse el mundo. Para mí hay una gran diferencia entre la gente que quiere ser famosa y los que quieren ser actores. La fama es uno de esos accesorios de los que hablaba, y en muchos casos una imposición o una consecuencia que viene del exterior, mientras que el de actor es un trabajo que viene de dentro. En la sociedad que vivimos se va a demasiada velocidad, y la gente que comienza a veces tiene prisa por ser famosa, porque de una manera equivocada cree que alcanzando la fama se alcanza el talento, y no es así: es mucho más fácil ser famoso que ser actor.
Las señoras de la mesa de al lado ya se acostumbraron a la vecina actriz (y famosa), y han vuelto a sus temas. La charla camina sola, y de la fama y el reconocimiento se dirige casi por necesidad al éxito y el fracaso. Emma Suárez, como cualquiera en esta vida, conoce las dos caras de esta moneda. “Por supuesto que he vivido momentos duros, pero creo que también es un éxito vivirlos, porque son definitivos e importantes”, dice con firmeza.
¿Qué porcentaje de su aceptación de un proyecto depende del futuro comercial que cree que pueda tener? Ninguno. Evidentemente, el éxito comercial es importante. Pero para mí el éxito es participar en un proyecto donde intervengan el entusiasmo y la pasión, es ser honesta con el trabajo que he intentado hacer. Después, si tiene una repercusión mediática mayor o menor es algo que no depende de mí, no está en nuestras manos. Es uno de los misterios de este trabajo. ¡Si hay actores que son revelación a los 70 años!
Es decir, que trabajar pensando en el éxito sería un error. Tú recibes un proyecto, tienes que construir un personaje, pararte a mirar la gente, investigar, imaginar… No puedes pensar en el éxito de esa película porque el trabajo que tienes es inmediato, y es otro. Lo demás, a mí personalmente no es algo que me afecte o sea relevante en mi vida. Me pasa algo parecido con la crítica. Siempre una quiere que hablen bien, pero si hablan mal es inevitable, no pasa nada. Una no puede pretender que la quiera todo el mundo. Las críticas es algo que no suelo leer, y si las leo no me afectan de forma dramática, porque en el caso de críticas negativas he pensado que a lo mejor la persona que la escribía tenía algo de razón. Cuando empecé, alguien sabio y mayor me dijo: “Emma, nunca creas en lo que digan de ti, tanto si es bueno o si es malo”, y fue un buen consejo.
Trabajo, trabajo, trabajo. La palabra se repite una y otra vez en el discurso de Emma Suárez, no importa si se habla del pasado, el presente o el futuro; de teatro, cine o televisión. Sostiene que “el trabajo para mí es terapéutico, una evasión, en él me puedo permitir arriesgar conmigo misma, con mis emociones, y muchas veces tirarme al vacío sin saber lo que va a pasar”, y lo mira desde todas las caras de un prisma.
¿Puede dividir su vida profesional en etapas? No. Mi vida profesional va ligada a mi vida personal, a la que siempre he dado prioridad, y las etapas van definidas más que nada por el nacimiento de mis hijos. Muchas veces he dicho no a trabajos porque consideré que en ese momento era más importante lo que me estaba pasando a mí, aun sabiendo que perdía proyectos jugosos y apetecibles.
¿Decir no a un guión es un momento importante dentro de una carrera actoral? Uno siempre puede decir que no, seas actor, vendedor textil o cualquier otra cosa. Todo depende del proyecto que te ofrezcan, aunque no siempre se está en condiciones de decidir lo que vas a hacer sino de elegir entre lo que te ofrecen. Entonces eliges lo que más te guste, lo que más te atrae, o algo donde consideras que puedes aportar algo.
Entonces le habrán ofrecido pocos proyectos interesantes para televisión, porque no ha hecho mucha en su carrera, ¿es un medio que considera menor? ¿Cómo es tu relación con la TV? No tengo televisión en casa. Bueno sí, tengo el aparato pero desconectado, salvo en la habitación de mi hijo mayor para ver el fútbol. Pero si hablamos de elegir es verdad que los proyectos de televisión tienen un cliché: se trabaja a más velocidad, se tiene menos tiempo de preparar el personaje, los personajes son más lineales, pero en la medida de lo posible intento implicarme en trabajos que también me enseñen en algo. Soy muy pudorosa en la selección porque necesito creerme lo que hago y apasionarme. Es cierto que a veces me han ofrecido cosas para televisión y estaba haciendo cine o teatro y lo aparcaba. Pero no es un género menor, y es muy difícil trabajar con tres o cuatro cámaras a la vez, y aprenderte cada día un montón de secuencias para el día siguiente, hay que tener unas tablas, unos reflejos y una habilidad para todo eso. Y si no, mire a maestras como Lola Herrera, Concha Velasco, Alicia Hermida o Carmen Maura.
¿Qué le queda por hacer? Muchas cosas, pero tengo más capacidad para improvisar que para planificar a largo plazo, me cuesta organizarme más allá de lo que tengo entre manos.
¿Y no le atrae trabajar fuera de España? En este momento de mi vida sería complicado, con mis hijos pequeños, debería reorganizar demasiadas cosas. Pero por otra parte, ¿dónde? El cine americano que se está haciendo actualmente no me gusta, me siento más cerca del cine europeo. Quizás Argentina sea un país donde me gustaría trabajar.
La conversación con Emma Suárez acaba en el teatro, el mismo que a los 18 años le generaba respeto a una joven inexperta y sin vocación aparente, “y que ahora me resulta imprescindible”.
¿Más que el cine o la televisión? Sí. Me siento muy bien conociendo los tres medios, porque todos me aportan, es como leer cuento, novela o poesía, los tres enseñan algo. Pero el desarrollo del trabajo en el teatro es mucho más completo. Se ensaya varios meses, generalmente tienes un texto de un buen autor, y entonces, ese trabajo minucioso de desentrañar las palabras y buscar entre líneas resulta mucho más jugoso, mucho más profundo.
¿Y consigue desentrañarlas? Al menos siempre lo intento. En este trabajo es imprescindible ser ingenuo.
Rodolfo Chisleanschi
(Publicado parcialmente en la revista Actúa. Enero 2011)