Debajo de esta cruz                                               
Yace mi pobre suegra,
Por tres días más que hubiera vivido,
Yo descansaría, y ella habría leído [esta cruz].

Tú que pasas por aquí,
Procura no despertarla,
Porque si regresa a casa
Más me criticará.

Pero me portaré bien,
Así ella no regresará del infierno.
¡Quédate ahí, mi querida suegra!

El curioso epitafio pertenece a una de las coloristas y desenfadadas tumbas del cementerio de Săpânţa, en el condado de Maramureş, al norte de Rumania, donde las pinturas brillantes, las escenas de actividades cotidianas y los mensajes con un toque humorístico sustituyen el habitual carácter lúgubre de los camposantos.

Si la muerte es una inevitable etapa de la vida, ¿por qué despedirla en medio de la tragedia? Al mejor estilo mexicano en la Noche de los Difuntos, los habitantes de Săpânţa, basados en ancestrales creencias de los antepasados dacios, creen en la inmortalidad de las almas y ven la muerte física como el paso a una vida mejor. Por eso se permiten asumirla con serenidad y hasta con un toque de alegría.

A pocos días de Halloween, otra celebración festiva en torno al paso al más allá, vaya esta curiosidad para recordar que si bien mañana es lunes, esto no significa la muerte de nadie. Y aun si así lo fuera, siempre queda a mano la vía Săpânţa para afrontarlo.