Lo firmo: el Rojo se va a la B. Aún faltan siete meses, casi ocho, y ya podría asegurar que Independiente de Avellaneda (primer club argentino en cumplir 100 años ininterrumpidos en Primera División y el auténtico Rey de Copas de América) será el cuarto “grande” del fútbol argentino en caer a la Segunda División, a la B Nacional. No sólo por sus paupérrimas últimas campañas (que lo hace acreedor de un promedio bajísimo), sino porque se percibe “algo más” detrás de los goles perdidos y los goles recibidos.
No sé si todos lo saben, pero por si hubiera algún despistado, recuerdo que hace casi un año en Independiente hubo elecciones y que ganó un tipo simple, uno más, de nombre Javier Cantero. Barrió en las urnas y posteriormente de la escena política del club a un político añejo, de mil batallas y cuatro veces intendente [alcalde] del Partido [distrito] de Avellaneda: Baldomero “Cacho” Álvarez, quien se vislumbraba como el continuador de la “obra” de Julio Comparada, el anterior mandatario.
Pocos creían que un muchacho como Cantero, sin pasado político, se hiciera con la amplia mayoría de los votos. Y sin embargo sucedió, encumbrado por sus promesas de campaña, entre las cuales estaba la de favorecer la fiesta en las tribunas pero sin ayudas económicas para los denominados “barras bravas”, los ultras del fútbol argentino.
Ese mismo 18 de diciembre de 2011 empezó la guerra de los violentos contra Cantero y su comisión directiva. Guerra que continuó a través de los meses con hechos que buscaban amedrentarlo, y llegó a su punto más álgido cuando 20 de estos patoteros encerraron al presidente en su despacho para amenazarlo. Luego de insultos y discusiones, los fascinerosos se fueron y Cantero sentenció lo ocurrido con una frase lapidaria: “Ya no hay vuelta atrás”.
Independiente no puede salvarse del descenso. O al menos no debería. Porque además de la lucha futbolística con un equipo que carece de grandes jugadores hay otras causas que permiten darse cuenta que mantener la categoría se antoja casi imposible:
1) El club está económicamente quebrado, con un pasivo de 320 millones de pesos (unos 50 millones de euros, cifra impagable para cualquier club argentino), herencia de la gestión de Julio Comparada.
2) No tendrá ingresos de la TV hasta mediados del 2013, porque ya los recibió y gastó por adelantado. Y aunque el hincha genuino colabora pagando su cuota (desde que Cantero ganó las elecciones, el club incrementó su masa societaria en 15.000 personas), e incluso donando dinero al club porque se fía de Cantero, cuesta mucho hacer frente a todas las obligaciones contraídas.
3) Y en lo estrictamente futbolístico, cuando Independiente lo merece, tampoco puede ganar partidos, como sucedió ayer en el empate 2-2 con River. En este encuentro, además, no se le concedieron dos penales bastante claros (no lleva ninguno a favor en 16 partidos), que le hubieran otorgado la posibilidad de obtener tres puntos de oro.
No fue el primer perjuicio arbitral ni de confección de calendario que padece Independiente en el torneo. Y esto lleva a otra conclusión: parece que Cantero jode, que incomoda, que molesta…
¿A quiénes? Son todas especulaciones, no tengo la certeza, pero su guerra parece no gustar dentro de las altas esferas de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ni en las del Gobierno Nacional. Por supuesto, el mismo Cantero señaló que Julio Grondona (ex presidente de Independiente y mandamás de la AFA desde hace 33 añso) lo escucha y apoya (¿qué iba a decir el pobre?, al fin y al cabo no come vidrio).
También dijo, luego de reunirse con el Jefe de Gabinete de la Nación, Juan Manuel Abal Medina, que este le había transmitido la preocupación y el apoyo de la Presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Sí, mucha preocupación, muchos apoyos, pero Cantero sabe (y si no, es un iluso), que está solo.
Solo como bandera, verdaderamente apoyado por millones de hinchas genuinos del Rojo y por su comisión directiva, pero casi por nadie más. Hasta ahora, la AFA y el Estado miran para otro lado, se hacen los distraídos.
Faltaba más, si muchos de estos violentos con a quienes declaró la guerra “trabajan” para los políticos de turno. Son violentos rentados. Y como Cantero les quitó el “pan”, hay que desestabilizarlo, ensuciándolo o haciendo mella en un equipo al que ganar le cuesta el doble que a los demás.
Hay algo claro: Javier Cantero está loco. Porque que un tipo común, con un nivel económico personal medianamente bueno, se embarque en esta aventura de ser presidente de un club casi quebrado y con un porvenir negro, es de locos. Dan ganas de ayudarlo, de darle una mano, desde cualquier sitio, como hizo esta semana el periodista Juan José Panno a través de una iniciativa en Facebook y Twitter (#Fuerza Cantero). De sumarse a su locura.
Y da bronca, cabrea mucho, que justo sea un tipo así el que vaya a quedar como el presidente con quien el Rojo se va a ir la B por primera vez en su dilatada y gloriosa historia.
Ignacio Mosteirín