Derrota tras derrota, la situación del otrora exitoso Independiente de Avellaneda recuerda cada día más a la que vivió hace dos años River Plate, otro grande del fútbol argentino que acabó con sus huesos en la B Nacional, es decir, en Segunda.
En medio del desastre, ayer coincidieron dos hechos llamativos. Por un lado, un grupo de hinchas lanzaron una campaña para solicitarle al Kun Agüero que hiciera las gestiones necesarias para jugar el próximo semestre en el Rojo y ayudarlo a escapar del casi seguro descenso. La iniciativa, imposible a todas luces, tiene la virtud de resultar simpática, tal vez por utópica y soñadora.
Pero al mismo tiempo, en el entrenamiento del equipo, hubo otra iniciativa más concreta: otros hinchas -no pertenecientes a la barra brava- aparecieron por allí, colgaron banderas poco amigables y cruzaron palabras menos amigables aun con algunos jugadores cuando estos se iban para sus casas. El que peor lo pasó fue el paraguayo Claudio Morel Rodríguez, ex Boca y Deportivo de La Coruña entre otros, quien fue insultado y amenazado por uno de estos energúmenos, tal como puede apreciarse en este vídeo: http://www.ole.com.ar/independiente/Morel-Rodriguez-hincha-pinas_3_823147687.html
El fútbol argentino esta tristemente acostumbrado a estos hechos, y lo ocurrido ayer no ha sido, ni por asomo, el ataque más violento de unos hinchas a sus propios jugadores. Pero la suma de las dos noticias llevan a una reflexión casi obvia. Le piden a Agüero, que vive tranquilo y bien tratado en un equipo que discute el título en la Premier, que baje a pelear el descenso en el infierno de un club en quiebra económica y violencia latente.
Por más hincha que sea, ni el Kun ni nadie en su sano juicio aceptaría semejante invitación envenenada. Porque hoy por hoy, jugar en Independiente es un desafío para desahuciados o masoquistas. Y lo peor todavía está por venir. Por eso la pregunta del título: ¿quién querría jugar en un club así?