Ayer, por segunda vez en dos semanas, el Hospital Universitario de La Paz, en Madrid, un centro de referencia a nivel nacional, se quedó sin calefacción. Había ocurrido el 26 de noviembre, «por un problema en la central térmica», según la explicación oficial, y duró dos días. Y volvió a pasar ayer, un domingo gélido en el que los familiares de los pacientes ingresados tuvieron que volver a casa a buscar abrigos y mantas para luchar contra el frío. Hoy, todo seguía igual: el único calor era humano, porque la calefacción continuaba sin funcionar.
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El Centro de Salud «El Torito», en el barrio madrileño de Moratalaz, tiene dos plantas y un ascensor, que se averió la semana pasada. En cualquier edificio, la reparación de un ascensor no suele demorar más de 24 horas. En «El Torito» llevó prácticamente una semana.
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Son apenas dos hechos aislados. Nadie dice que se trate de la norma. Incluso es muy posible que cosas parecidas sucedieran antes y nadie se enterara ni les hiciera caso. Pero el momento es el que es y las circunstancias son las que son, entonces cualquier detalle que escape a la norma puede despertar sospechas de boicot. Porque la sensación de desmantelamiento de la Sanidad Pública está latente; y las alarmas, listas para dispararse al más mínimo roce, a la menor apariencia.
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Ángeles Maestro, ex militante del PCE y de Izquierda Unida, es médica, y una de las más activas defensoras del actual modelo de salud pública que la Comunidad de Madrid pretende desarmar a partir de su Plan de Sostenibilidad. Días pasados estuvo en La Tuerka, un programa del Canal 33, y dio ejemplos de cómo se trabaja en hospitales como el de Alzira (Valencia), público pero de gestión privada, tal como serían siete hospitales madrileños si la reconversión sigue adelante. Este es un extracto de su intervención:
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El miércoles 12, una Antorcha por la Sanidad recorrerá Madrid al mejor estilo de las citas olímpicas. Desde las 10 y hasta las 14.30, y con salida y llegada en el Hospital Niño Jesús, en Retiro. Cuatro días después, el domingo, una nueva «marea blanca» cubrirá el trayecto Cibeles-Sol a partir de las 12.
Ya que no tuvimos los Juegos en 2012 ni los tendremos en 2016; y queda por ver qué pasara en 2020, es una oportunidad excelente de saber qué significa pasarse el testigo de una lucha común.
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En el Editorial publicado ayer hablaba de los límites que hoy por hoy tiene la calle como lugar de protesta y caja de resonancia del sentir de buena parte de la ciudadanía. Pues bien, el conflicto de la Sanidad en Madrid es, con diferencia, el único que empieza a estar en condiciones de romper las barreras que hasta ahora han existido entre la calle y los despachos. Porque después de tres semanas continuas de huelgas, la fuerza del personal sanitario -encabezado por los médicos de AFEM- no decrece, si no todo lo contrario. Porque su voz ya ha volado más allá de Madrid y de España, como lo demuestra este artículo de The Washington Post. Porque el clamor de un colectivo que nunca se caracterizó por su espíritu de lucha, que no alienta el radicalismo ni puede calificarse de antisistema, está centrado en la defensa de un modelo de Sanidad Pública; no en demandas salariales ni en los puestos de trabajo. Es decir, que es mucho más profundo, y levanta unas banderas que pertenecen a todos los habitantes de Madrid.
Algunos extraños movimientos en los medios de comunicación alientan la sospecha de que empiecen a abrirse grietas en el seno del Poder, y es posible que haya quienes se estén preguntando hasta dónde es sostenible el Plan de Sostenibilidad.
Cada día de huelga que pasa, cada día de resistencia que transcurre, el personal sanitario de Madrid se acerca más a la posibilidad de torcer el brazo de la Administración. Por eso, por lo que cada ciudadano de esta Comunidad se juega en esta pelea, y por el efecto contagio que un éxito en esta lucha podría producir, la comprensión y la participación son más necesarias que nunca. En Madrid y en el resto de España.
Es imprescindible apoyar a médic@s, enfermer@s, auxiliares, administrativ@s… La Sanidad en Madrid se ha convertido en la llave para demostrar que hay opciones y capacidades para dar pelea en otros campos, en otros ámbitos. No se trata de un pedido. Es un ruego, una oración, un mantra, una plegaria… Amén.
También en la Fundación Jiménez Díaz (sólo en la parte pública) han estado sin calefacción. Ignacio González tendrá que ceder ante una Marea Blanca, compacta, bien organizada, inteligente, segura de su reivindicación que crece cada día.