Estadio Santiago Bernabéu. Minuto 91 de un Real Madrid-Barcelona por las semifinales de la Copa del Rey. Stop. El Barça se da por satisfecho con el 1-1 y se defiende con la pelota. Tic, tac, tic, tac, monopoliza la posesión y anestesia el final del partido. Stop. Pero se produce un desajuste, sale la contra vertiginosa del Real Madrid y Puyol cede un córner. Stop. Entonces el estadio brama, y lo celebra tal como hacen los hinchas de los equipos británicos. De los equipos como el Fulham, el Wigan o el Hibernian escocés, que depositan en la posibilidad de un cabezazo su remota esperanza de un gol. Stop. Sirva ese momento como metáfora del actual fútbol español. Un equipo que apuesta a la lotería de un centro dividido y otro que juega, cautiva y multiplica sus hinchas al compás preciso y certero de su infalible e innegociable tic, tac, tic, tac.