Revisar los diarios españoles en estos días es como sumergirse en un vertedero. Cuesta mucho escapar a los hedores que desprenden las toneladas de desperdicios que desbordan las portadas… y los juzgados. Todos pintados con idénticos colores, los de la ambición desmedida y la absoluta falta de escrúpulos morales, éticos y de conducta.
El Atlántico, un minoritario periódico vigués, hace un buen resumen de la situación, aunque llama la atención su foto principal. Está dedicada a un juicio contra unos jóvenes que tiraron un cóctel molotov contra una sucursal del Inem, y tiene dos lecturas: puede hacer un guiño a los sectores conservadores de la sociedad -no olvidemos que se trata de un diario de cierto populismo derechoso- o enviar el mensaje que hay casos que se juzgan muy fácil y otros, que no tanto.
Pero nada resulta más elocuente que la portada de El Correo de Andalucía. La huelga de recolectores de basura convierte en estos días a Sevilla en una sucursal de Nápoles, y deja a la intemperie como en ningún otro punto de España la sensación que inunda a un muy amplio espectro de la sociedad de este país: que estamos sepultados por la mierda.