Suben y bajan. Se mueven. Crecen y descrecen sin desmayo, con exquisita puntualidad.
Gobernadas por la Luna, las mareas forman parte de nuestras vidas. Aunque a veces no las veamos ni les hagamos caso ni reparemos en ellas.
Pero allí están, con su andar espumoso hacia adelante y hacia atrás, recordándonos que la existencia no es más que un movimiento constante.