Giuseppe Ingegnieri nació en Italia en 1877, y sus padres lo llevaron a la Argentina cuando todavía era un niño. Después estudiaría en el Colegio Nacional Buenos Aires, más tarde haría la carrera de Medicina. Pero también fue escritor, filósofo y sociólogo. Y participó en política. Su libro más célebre fue El Hombre Mediocre, un ensayo sociológico escrito en aquellas primeras décadas del siglo XX, y al que pertenece el extracto que sigue a continuación.
José Ingenieros falleció en Buenos Aires en 1925, a los 49 años de edad.
«Cada cierto tiempo el equilibrio social se rompe a favor de la mediocridad.
El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida.
Los gobernantes no crean ese estado de cosas; lo representan.
El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida.
Los gobernantes no crean ese estado de cosas; lo representan.
El mediocre ignora el justo medio, nunca hace un juicio sobre sí, desconoce la autocrítica, está condenado a permanecer en su módico refugio.

Esta actitud lo encierra en la convicción de que él posee la verdad, la luz, y su adversario el error, la oscuridad.
Los que piensan y actúan así integran una comunidad enferma y más grave aún, la dirigen, o pretenden hacerlo.
El mediocre no logra liberarse de sus resentimientos, viejísimo problema que siempre desnaturaliza a la Justicia.
No soporta las formas, las confunde con formalidades, por lo cual desconoce la cortesía, que es una forma de respeto por los demás.
Se siente libre de culpa y serena su conciencia si disposiciones legales lo liberan de las sanciones por las faltas que cometió.
La impunidad lo tranquiliza. Siempre hay mediocres, son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia.
Cuando se reemplaza lo cualitativo por lo conveniente, el rebelde es igual al lacayo, porque los valores se acomodan a las circunstancias.
Hay más presencias personales que proyectos. La declinación de la “educación” y su confusión con “enseñanza” permiten una sociedad sin ideales y sin cultura, lo que facilita la existencia de políticos ignorantes y rapaces.«
José Ingenieros
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muy buen ensayo …