Durante décadas, la Constitución española fue enseñada como ejemplo de ecuanimidad y buen hacer para pasar de una dictadura a un Estado democrático. Stop. Hasta hace bien poco, en que empezamos a descubrir la letra pequeña que escondía entre sus artículos. Stop. Y nos dimos cuenta que, en realidad, estuvo diseñada para perpetuar el poder de las élites dominantes, asentar el bipartidismo y abrir las puertas de par en par al capitalismo más salvaje. Stop. Hoy se supo que Miquel Roca, uno de los «padres» de aquella Constitución oligarca y obsoleta, defenderá a la Infanta Cristina si finalmente va a juicio por el Caso Nóos. Stop. Todo cierra. Y algo queda cada vez más claro: que ya va siendo hora de archivar esta Constitución y cortar el cordón umbilical con sus «padres».