El Gobierno de Mohamed Morsi en Egipto se tambalea. Stop. Morsi ganó las elecciones hace justo un año. Pero ahora una parte importante de la población quiere que se vaya. Stop. Con las diferencias del caso, algo semejante ocurre con Erdogan en Turquía (reelegido en 2011), Cristina Kirchner en la Argentina (ídem) o el Gobierno de Bulgaria (electo hace apenas dos meses). Stop. En todos los casos se trata de Gobiernos legítimos, surgidos en elecciones democráticas. Y entonces, ¿acaso la gente no sabe lo que vota o cambia muy rápido de opinión? Stop. Quizás, ni una cosa ni la otra. Quizás, lo que falla es la democracia en sí misma, ese sistema cada vez más representativo y menos participativo, cada vez más lejos del control popular y más dependiente del poder económico y de los medios de comunicación, cada vez más vacío. Stop. Urge transformar y reformar a fondo las democracias. Porque si no se hace, la profundidad de las divisiones en el seno de las sociedades acabará por fracturarlas. Y los tanques se comerán a los votos. Inevitablemente…