11-S. Han pasado 40 años. Imposible olvidar aquel día de borrosas imágenes de televisión, de dudas, de miedos, de preguntas a mi padre sobre qué podía significar para nuestro futuro eso que estaba pasando al otro lado de la cordillera. 40 años desde que la alargada sombra de la infamia de los de afuera (la CIA, Kissinger y siguen las firmas) y la traición de los de adentro (militares, civiles, políticos de la Democracia Cristiana, sindicalistas corruptos, medios de comunicación clasistas…) cortaron de raíz el mejor proyecto de revolución democrática y en paz que existió nunca en Latinoamérica. 40 años desde que Salvador Allende dio su vida por un ideal y puso el listón de la dignidad a un nivel casi inalcanzable para el resto de quienes dicen representar a sus conciudadanos.
40 años. Y aquí seguimos. De un lado, la CIA, el Kissinger de turno y los traidores propios de cada lugar del mundo. Del otro, la gente, los trabajadores que somos tod@s, los pueblos…
Descanse en paz, compañero Salvador…