Especialista en Biología del Desarrollo y Medicina Regenerativa
No hay encuesta que lo certifique, pero es muy probable que si se invita a nombrar a
los veinte españoles con mayor trascendencia internacional nadie, o casi nadie, incluirá
en la lista a Juan Carlos Izpisua Belmonte. Y sin embargo, allí debería aparecer quien es una de las mayores eminencias científicas en el mundo de la biología del desarrollo y de la medicina regenerativa. Catedrático en el Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk de La Jolla, California; y Director desde 2004 del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, pocas personas acumulan más saberes sobre células madre, terapia génica o envejecimiento y regeneración de tejidos, temas de los que todo el mundo ha oído hablar, por lo general sin conocer muy bien de qué se trata…

Dr. Juan Carlos Izpisua Belmonte
Células madre, terapia génica… Hace años que esto suena como una panacea pero su aplicación práctica se hace esperar, ¿en qué punto del proceso nos encontramos? Hay varias vías terapéuticas que en la actualidad se están evaluando clínicamente y que es probable sean las primeras en implementarse. Me refiero al trasplante de células madre o incluso la reprogramación de células in vivo, por ejemplo para reponer tejidos perdidos durante el envejecimiento o debido a un accidente; o para tratar enfermedades cardiovasculares o problemas visuales. Y por otro lado está la terapia génica, es decir, relativa a las enfermedades genéticas, que también podrían tratarse con la ayuda de células madre. Pero, por supuesto, antes de su aplicación generalizada cualquiera de estas técnicas debe someterse a extensos estudios que evalúen su seguridad.
Para dejarlo claro: el núcleo central de todos estos tratamientos es regenerar células o tejidos que por la razón que sea no funcionan bien, ¿es así? En efecto. De hecho, la utilización de organismos capaces de regenerarse por sí solos
nos está permitiendo dilucidar qué rutas moleculares están involucradas en esos mecanismos. El siguiente paso, activar procesos regenerativos en células humanas, nos llevará en el futuro a evitar los trasplantes. Para la aplicación en humanos quizá sea más fácil imitar o mimetizar lo que hace la madre naturaleza que inventarnos nuevas estrategias.
¿Y ya sabemos por qué determinados vertebrados, como las lagartijas, pueden regenerar por completo parte de sus cuerpos y otros no? ¿Es genética, es magia? No creo que existan genes mágicos que sean capaces de favorecer la regeneración de determinados animales. Los genes, en esencia, son los mismos. La diferencia radica en cómo un organismo u otro regulan su expresión tras la pérdida de función celular. Entender el porqué y el cómo de ese proceso nos permitirá inducir la regeneración en humanos.
Hemos hablado de trasplante, de reprogramación… ¿Y la manipulación genética? Manipular genéticamente con fines terapéuticos las células madre, ya sean adultas, embrionarias o de pluripotencia inducida (iPS), continúa siendo uno de los grandes objetivos de la investigación biomédica mundial.
Pero sucede que… …El problema de las ediciones o correcciones genéticas es, en general, una eficiencia muy baja y unos efectos secundarios que pueden llevar a nuevas mutaciones. Recientemente, nuestro grupo de investigación ha descrito una nueva herramienta que establece un precedente para el futuro desarrollo de terapias celulares basadas en la edición y corrección de genes mutados. Servirá tanto para uso terapéutico como para el estudio de enfermedades y el descubrimiento de nuevos fármacos, pero habrá que estudiarla en profundidad antes de que pueda aplicarse con seguridad.

Células de anemia de Fanconi modificadas genéticamente
¿Los debates éticos en relación al uso de células madres embrionarias los da por superados o cabe esperar un retroceso o un recrudecimiento al respecto? Yo desarrollo mi trabajo con células madre en Estados Unidos y en España. En el ámbito ético-legal, el contraste es muy llamativo. Aquí, en España, como en otros países europeos, los dilemas éticos están superados: es lo que pide la sociedad. En Estados Unidos los parones llegan de nuevo, en un momento en que las células madre embrionarias están empezando a dar resultados muy relevantes para la biomedicina, avances importantes para desarrollar tratamientos contra algunas enfermedades hoy incurables. Por suerte, las técnicas de reprogramación evitan la mayor parte de estos problemas pues no requieren la manipulación de embriones.
Volvamos a los mecanismos de regeneración. ¿Cuándo se conozcan a fondo habrá que desarrollar un tratamiento para cada enfermedad? ¿O una célula madre cardíaca, por ejemplo, estará capacitada para corregir cualquier defecto del corazón? Sí y no. Digamos que las células madre tienen distintos grados de potencia. Así, una célula madre cardíaca más primitiva puede generar tanto músculo cardíaco como liso, o vasos sanguíneos; en cambio, un “progenitor cardíaco” más definido estaría más restringido en su capacidad para generar distintos tipos celulares. Y después tenemos las de pluripotencia inducida [un tipo de célula madre artifi cial, con potencialidad para diferenciarse en la mayoría de los tejidos], que brindan la posibilidad de tener en el laboratorio modelos celulares de determinadas enfermedades, y gracias a ellos, establecer en el futuro terapias personalizadas.
Cada frase del doctor Izpisua nos traslada a un mundo casi de ficción, donde un hígado con cirrosis se reproduce sano por sí mismo, o el Alzheimer pasa a ser un mal recuerdo. Pero no hay nadie más cualificado que este manchego de Hellín, donde existe un Instituto de Educación Secundaria que lleva su nombre, para hablar sobre el tema. Por algo, y entre otros halagos, ha recibido el William Clinton Award al mejor investigador en su campo.
Nunca seremos inmortales pero, ¿hasta dónde podremos estirar nuestras vidas?
Responder esta pregunta es aún complicado. Las investigaciones nos están permitiendo descubrir algunas piezas clave del puzle, pero sabemos muy poco y tenemos que seguir trabajando para conocer los mecanismos biológicos del envejecimiento.
¿Esos años extra incluirán también la calidad de vida?
Sí, esa es sin dudas la previsión más optimista. Quizás la meta no sea tanto estirar nuestras vidas sino tener lo que llamamos “un envejecimiento saludable”, de forma que
aun haciéndonos mayores nuestro organismo sea totalmente operativo, previniendo o
paliando las enfermedades ligadas.
¿Un científico piensa en las cuestiones derivadas de sus investigaciones, como el hecho de tener una sociedad más longeva, o solo le mueve el afán por conocer? Para un investigador es tan motivador el hecho de conocer cada vez un poco más como la aplicación de esos conocimientos. No considero que en ciencia existan cuestiones anexas o complementarias.
En su caso, el afán por conocer pareciera que se mueve hacia atrás, hacia lo más básico, ¿dónde está el límite, si es que existe? Desde mi punto de vista no existe ese límite. Descubrir los mecanismos básicos que llevan a las células madre a tener esa capacidad de autorrenovación y de plasticidad es uno de los objetivos del grupo de investigación que dirijo. Y aún existen muchos interrogantes que resolver en materia de regeneración y terapia génica celular.
El límite tal vez lo establezca el dinero que se invierte en investigación. ¿Cómo considera en ese sentido las reducciones presupuestarias que se están produciendo en España? Soy muy consciente de la situación de nuestro país, pero aún así sigo pensando que la inversión en investigación biomédica ha demostrado una y otra vez que ayuda curar enfermedades y salvar vidas. Las reducciones presupuestarias están mermando esta posibilidad porque afectan tanto a las investigaciones actuales como a las futuras, a nuestra salud y a la salud de las generaciones venideras.
Por cierto, ¿siente usted que las Humanidades avanzan a la par de las Ciencias o
van a diferentes velocidades? Para mí son dos disciplinas ligadas históricamente, dado que la ciencia pretende resolver las dudas o enigmas desde el punto de vista del hombre. No sería lícito desarrollar una por encima de la otra, más bien al contrario. Ambas deberían avanzar en paralelo para promover el conocimiento.
Rodolfo Chisleanschi
(Entrevista publicada en la revista Azul Marino, número 70)
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