Crónicas argentinas: Viaje al alma porteña entre el café y las letras

Ateneo de los libros

Librería El Ateneo Grand Splendid

Un café humeante, un libro, un hombre, o una mujer, que posa sus ojos en él y un bar que los cobija. Abstrayéndose de todo y de todos. Nada importan las bocinas que suenan incesantes, el bullicio, los que ingresan, los que salen, las despedidas, los reencuentros, los besos, los abrazos o los llantos. Sólo él, o ella, el humeante café y esas letras que encierran una historia o un relato. Una típica postal del Buenos Aires de todos los tiempos. El café lo garantizó siempre el bar elegido, generalmente, el predilecto. Pero otrora lograr esa combinación perfecta obligaba al interesado, o la interesada, a llevar el libro consigo. Hoy en día ya no es necesario, pues son muchos los espacios que invitan a buscar en los anaqueles, seleccionar el preferido y sentarse a una mesa a leer, leer y leer hasta que el autor o el lector pongan el punto final. Será entonces el instante en que el libro vuelva a “acomodarse” en el lugar del stand que le fue asignado.

Si la Avenida Corrientes, una de las más famosas de la ciudad porteña, ejerce un poderío indiscutible por su multiplicidad de librerías, en épocas actuales son cerca de 500 las opciones que se distribuyen por toda la geografía de la capital argentina. Si bien en cada barrio podrá encontrarse una librería, son San Telmo, Monserrat y Palermo, fundamentalmente, los que concentran aquellas que se han convertido en multiespacios donde se puede escuchar música, leer o adquirir un libro, participar de su presentación o de algún evento de poesía o musical.

Quizá, una de las primeras en ofrecer estas opciones fue El Ateneo, Grand Splendid. Con 100 años de vida y 45 locales distribuidos por todo el país, El Ateneo inauguró hace 12 años la librería más grande de Sudámerica. Erigida sobre la Avenida Santa Fe, en el barrio de Recoleta, es considerada por The Guardian (2008) como la segunda librería más importante del mundo por su arquitectura, solo detrás de la Boekhandel Selexyx Dominicanen que funciona en una iglesia gótica del siglo XIII en la ciudad de Maastricht. Su nombre, Grand Splendid, se debe al cine-teatro que funcionó allí desde el año 1919 hasta su cierre a finales del siglo pasado. Su arquitectura se conservó intacta, solo que en vez de artistas son miles los autores que despiertan el interés del público visitante desde los estantes donde están ubicados los ejemplares. Los palcos que antiguamente eran el lugar selecto para ver la función en forma preferencial se han convertido en cómodos espacios donde sentarse a leer u hojear un libro; y el escenario es un café-restaurante, ideal para el encuentro o para el desarrollo de alguna actividad literaria.

Clásica y Moderna. Foto: Ricardo Ceppi

Clásica y Moderna. Foto: Ricardo Ceppi

Pero no es la única opción. A muy pocas cuadras de allí, esta vez sobre la Avenida Callao, se levanta Clásica y Moderna (inolvidable el relato que de ella hizo Manuel Vicent en El País hace un par de años). Fundada originalmente como librería, con el tiempo se ha convertido en un sitio donde se puede disfrutar de una agradable cena en compañía de un espectáculo musical. Las paredes de ladrillo a la vista, las luces bajas, los cuadros y el aroma a papel impreso y letra escrita crean un ambiente especial para los amantes de la elegancia literaria.

En el barrio de San Telmo, el más antiguo de Buenos Aires, entre muchos otros está el Bar de la Poesía, un lugar que remite a viejas épocas. Las mesas y sillas de madera, los objetos reciclados que sirven de decoración, las muestras fotográficas que ilustran las paredes, la biblioteca siempre a disposición del público, los espectáculos en vivo y diversas actividades culturales que allí se desarrollan hacen de este lugar un espacio de encuentro para la bohemia porteña y los visitantes de otros países que pretendan unirse a ella.

El Café Montserrat, en el barrio del mismo nombre, a muy pocas cuadras del Obelisco, también se ha convertido en un lugar de referencia para la movida literaria y ha sido testigo de muchas palabras echadas a volar por vez primera. Con un criterio similar al de la Poesía, también aquí la madera es la gran protagonista del mobiliario.

Palermo es otro de los barrios que ofrecen opciones de este tipo. En la zona que hoy lleva el “apellido” Hollywood se levanta  Eterna Cadencia, que también es editorial. Si cadencia es sinónimo de armonía, en esta librería, mezcla de restaurante, cafetería y relax, cada cosa está en su lugar y todo sintoniza a la perfección. Un piso de madera que resuena mientras se observan los libros expuestos y un patio techado pero donde la luz del sol, o de las estrellas, son la compañía ideal para un almuerzo, una cena, dan marco a las diferentes actividades que allí se realizan.

Dain

Dain Usina Cultural

Con un diseño más moderno, Dain Usina Cultural es una propuesta en la que se combina una librería, un café, restó y un lugar multicultural. El local se articula a través de un patio central que conecta todos los espacios. En la planta baja se encuentra la librería y un área para tomar o comer algo además de un pequeño escenario ideal para todo tipo de eventos. En la azotea, denominada Epicuro, se hizo uso de un gran sauce plantado en la acera que descansa sus ramas sobre un sector, produciendo un efecto de “espacio de campo” ambientado con grandes y cómodos sillones y mesas bajas de madera, ideal para compartir un almuerzo.

Pero mientras nace lo nuevo (y hasta aquí sólo se contaron algunas de las muchas posibilidades), lo viejo sigue vigente, y las librerías tradicionales, especialmente las de Corrientes, renacen todos los días y desde hace seis años, una vez al año se visten de fiesta para celebrar lo que se conoce como La noche de las librerías.

En la fecha elegida, generalmente en el mes de diciembre (verano austral), la Avenida Corrientes se convierte desde las 17 horas en un gran corredor peatonal. Organizada por el Ministerio de Desarrollo Económico y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en su última edición, los bares y las librerías más emblemáticas abrieron sus puertas al público para que puedan participar de mesas redondas, proyecciones, recitales, narraciones orales y hasta de bicicleteadas.

“Es la noche de mayor concurrencia después de los días de Navidad, un encuentro que recuerda épocas pasadas donde las librerías cumplían un rol muy importante”, señala Ezequiel Leder Kremer, librero y director de Librería Hernández, una de las más antiguas de la calle Corrientes.   

Olor a madera, intimidad, aroma a café, modernidad o tradición, lo cierto es que Buenos Aires siempre tiene una propuesta para que sus habitantes, o sus visitantes, encuentren un lugar, “su” lugar para ingresar, al decir de Julio Córtazar, “en la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible”.

Beatriz Chisleanschi

Anuncio publicitario

Cronicas sudamericanas: Historia de la fiesta mais grande do mundo

Carnaval-Río-2012

Brasil es muchas cosas: hermosas playas, caipirinha, fama de buen fútbol, alegría, y por supuesto, Carnaval.

Esta manifestación popular es mucho más que el desfile de carrozas alegóricas y animosos disfrazados. Cada pueblo, cada localidad, convierte los días de Carnaval en pura festividad dándole su propia impronta, si bien los más famosos son los de Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Sao Paulo.

El Carnaval es un elemento central en la construcción de la identidad de  la sociedad brasileña, uno de los pilares de la compleja integración racial, social y cultural del país. La carga identitaria del brasileño con esta fiesta pagana es mucho mayor inclusive que la que tienen con el Día de la Independencia de su país, que se celebra cada 7 de septiembre.

Abrir las puertas de la Historia permitirá comprender mejor este fenómeno. La tradición carnavalera comenzó a formarse en Brasil a principios del siglo XVI, con la llegada de los inmigrantes portugueses. Fue en Pernambuco donde arraigó una forma de fiesta llamada entrudo, que sucedía en los días previos a la Cuaresma.

Limões de cheiro. Jean-Baptiste Debret, 1823.

Limões de cheiro. Jean-Baptiste Debret, 1823.

El entrudo consistía en una batalla campal de todos contra todos, armados con cascarones de huevo rellenos de harina o de hollín, o con los elegantemente llamados “limones de olor”, que no eran otra cosa que limones rellenos con agua más orina y otras sustancias igual de escatológicas.

En 1841, pese a que el Emperador era afecto a estas batallas festivas, las autoridades prohibieron el entrudo en Río de Janeiro.

La prohibición obligó a un ordenamiento logístico que de inmediato registró un impacto estético. En 1852 se incorpora el primer grupo de percusionistas y en 1855 se inicia la Formación de Clubes Carnavalescos, donde aparece el mestre (maestro) que dirigía la percusión (hoy batería), y era suficiente el sonido de un pitido para conducir así a decenas de cantantes, bailarines, payasos, calaveras, diablos, reyes, reinas, sargentos, bahianas, indios y cuanto personaje integrase el contingente, también llamado Formación.

Musicalmente, la evolución del Carnaval se inició con los tambores portugueses y la incorporación de las percusiones africanas, pero también, y casi de manera simultánea, con la asimilación de las manifestaciones musicales centroeuropeas de la época, cuyo ritmo animado fue compatible con el espíritu afrobrasileño. Tal fue el caso de la polca, que poco tiempo después de su llegada en 1844 entró en la sociedad local y se convirtió en la base de la música urbana brasileña. La polca, fusionada con las herencias americanas y africanas, trajo como correlato la creación del choro, el maxixe, el frevo, y por supuesto, el samba, los pilares fundamentales y fundacionales de lo que hoy se llama MPB (Música Popular Brasileña). Con ellos, la batería, las guitarras, las flautas, los cavaquinhos y el clarinete pasaron a ser instrumentos infaltables de los carnavales y sus Formaciones.

En 1907, la sociedad tuvo una mutación que sería definitiva en la conformación de lo que hoy es el carnaval brasileño. Ese año, el Gobierno decidió abrir avenidas modernas en Río de Janeiro. Con ello hizo su entrada en la escena cotidiana el automóvil, cuya versión descapotada recibió el nombre de corso.

O corso.

O corso.

El día de la inauguración de la Avenida Central, hoy Río Branco, las hijas del presidente Afonso Pena hicieron el trayecto en un carro abierto. A partir de ese momento los ricos decidieron que esa era la manera «fina» de ir por la vida. El corso se incorporó al Carnaval y, a la larga, se convirtió en el carro alegórico.

En la década de 1920, las marchas de Carnaval, llamadas marchinhas; el frevo, ritmo pernambucano por excelencia, y el samba se convierten en sinónimo de la fiesta. En 1932 tuvo lugar el primer desfile extraoficial; y en 1935 se realizó el primero oficial en la Plaza Once. En la década de 1960, el samba adquiere predominancia sobre el frevo y las marchinhas. Fue en esa coyuntura que se generalizó el término escola do samba. En la actualidad, desde la década de los 90, se vive la transición entre el samba como base musical del enredo de Carnaval y el ritmo bahiano conocido como axé.

La importancia de la escola como institución informal es mayúscula. No sólo por cuanto significa en el contexto del Carnaval, sino también por su trascendental repercusión en la formación e Historia de la cultura popular y musical de Brasil.

Funk de favela. Foto: Vincent Rosenblatt.

Funk de favela. Foto: Vincent Rosenblatt.

Las escolas do samba y el samba son el resumen de muchas generaciones y de la yuxtaposición de géneros musicales. Hoy día sobre esa misma huella se generan las manifestaciones musicales de las favelas contemporáneas, que aún cargan con un muy fuerte estigma de clase. El ejemplo más evidente es la diversidad de ritmos agrupados en el término funk, género característico de los bailes multitudinarios celebrados en los barrios marginales de Río de Janeiro, bajo el auspicio ya no de las mafias de la lotería paralela llamada jogo do bicho (juego del animal), sino de las mafias del narcotráfico.

En el norte, en el sur o en el centro del país. En una gran ciudad o en un pueblo alejado. No importa en qué punto se encuentre. Si se está en Brasil durante estos días de Carnaval seguramente disfrutará de compartir la alegría por vivir una fiesta diferente a todas las demás.

Jorge Ricci

Crónicas sudamericanas: Fantasmas de Carandirú

Carandiru+poster

Hoy, lunes 28 de enero, no será un día cualquiera en Brasil. Porque hoy se reinicia el juicio por la matanza de 111 presos en el presidio de Carandirú, ocurrida hace más de 20 años y considerada como la violación de derechos humanos más grande conocida en la historia del país. 79 policías que aún continúan inculpados pasarán por el juzgado, mientras los familiares de las víctimas esperan con ansias que finalmente se haga justicia.

LOS HECHOS

El 2 de octubre de 1992, dos grupos rivales liderados por los internos Coelho y Barba iniciaron una trifulca en el Pabellón 6 de Carandirú. Ubicada en el barrio de Santana, en la zona norte de São Paulo, esta cárcel era la mayor de Latinoamérica, y donde se alojaban en ese momento cerca de 8.000 reclusos (la capacidad del centro penitenciario era para menos de 4.000). Las acciones violentas se propagaron por toda la prisión, especialmente en el Pabellón 9 y la revuelta duró tres horas.

masacre carandiruFue entonces cuando la Policía Militar paulista, subordinada al Gobernador Luis Antonio Fleury Filho y compuesto por cerca de 340 policias, invadió el Pabellón 9 para contener la rebelión. Lo comandaba el coronel Ubiratan Guimaraes. Todo hacía suponer que con la incursión de los cuerpos policiales los más de 2.000 amotinados resultarían dominados. Sin embargo, cuando los batallones de choque ingresaron a la segunda planta, donde se encontraba el foco de la revuelta, comenzaron a ejecutar a los reclusos a quemarropa, con un ensañamiento sin igual. Armados con revólveres, escopetas y hasta ametralladoras, los uniformados transformaron la represión en un fusilamiento del que resultaron víctimas 111 presos, en tanto los policías no sufrieron ninguna baja.

LAS CONSECUENCIAS

La reacción inmediata del Gobernador fue obstaculizar la investigación e impedir el conteo de los cuerpos, o por lo menos retrasarlo. El objetivo era que los hechos no opacasen las elecciones que se realizarían al día siguiente y en las que aspiraba a un resultado favorable a su gobernación.

El juicio por lo sucedido tuvo un primer capítulo en junio de 2001. En esa instancia se responsabilizó al coronel Ubiratan Guimaraes de la masacre de 102 detenidos y de intento de asesinato de otros 5, condenándolo a 632 años de cárcel, aunque de acuerdo a la legislación brasileña, un detenido solo puede estar un máximo de 30 años en prisión. Pero apenas cumpliría 5. En febrero del año 2006, el coronel fue absuelto por el Tribunal de Justicia de São Paulo, debido a errores cometidos durante el proceso.

Coronel Ubiratan Guimaraes

Coronel Ubiratan Guimaraes

Como corolario, en una jugada de mal gusto y burlándose de lo sucedido, Guimaraes se presentó como candidato a diputado en representación del Partido Social Democrático con una boleta que llevaba el número 111, el número de victimas por el que había sido juzgado. Y para sorpresa de muchos, ganó.

Sin embargo, si bien por la impericia de quienes lo juzgaron y por lazos con el poder de turno el coronel logró escapar al brazo de la ley, no pudo hacerlo al de la venganza. El 10 de septiembre de 2006 fue encontrado muerto de un disparo en su apartamento. En el lugar no había signos de lucha, pero el coronel estaba tendido sin vida en el suelo.

La suya no fue la primera muerte violenta de una autoridad cercana al caso. Once meses antes, en octubre de 2005, José Pedrosa, director de la prisión en la época de los asesinatos, fue muerto en Taubaté, interior de Sao Paulo. El crimen fue adjudicado al Primer Comando de la Capital (PCC), uno de los principales grupos narcos del Brasil.

En el momento de la decisión que dejó en libertad a Guimaraes, ninguno de los militares envueltos en la represión habian sido juzgados, ni se habian peritado las 392 armas que intervinieron en la masacre. Los exámenes de balística eran un pedido de la defensa de los policías militares que estuvieron presentes en el lugar pero no participaron de la matanza y también del Ministerio Público. Más tarde, la Defensoria Pública del Estado informó que de los 64 procesos que pedían una indemnización para los familiares de las víctimas, solo 26 tuvieron orden de pago, pero tuvieron que esperar hasta 2011 para que fueran saldadas. El resto de los procesos espera aún sin fortuna. También quienes ocupaban los puestos de Gobernador y de Secretario de Seguridad del Estado el día de la matanza fueron sobreseídos.

LA HERENCIA

Los sucesos de Carandirú fueron popularmente conocidos gracias al film que dirigió Héctor Babenco basándose en el libro del Dr. Drazio Varella, quien trabajó catorce años en la cárcel. En tanto, el compositor Caetano Veloso relató la historia a través del tema musical Haití.

Carandirú fue demolida en septiembre de 2002 a través de una implosión controlada y transformada en un parque público, con zonas destinadas a la cultura. Sólo se mantuvo en pie un pabellón, para que la historia de la prisión no implosionase junto con el edificio. Los registros de la cárcel dejan constancia del paso por ella de cerca de 170.000 hombres a lo largo de los 46 años que permaneció abierta.

A partir de hoy aquellos sucesos de hace más de 20 años volverán a ver la luz, esperando que la Justicia finalmente ponga las cosas en su lugar.

Jorge Ricci