La Portada del Día: El Terror

Imagen

Y no… aunque no lo crean, no voy a enseñar ninguna cabecera con gran despliegue de lo ocurrido en Boston (que las hay, y en abundancia), aunque también podría haberlas de otros atentados sangrientos ocurridos ayer en Irak o Somalia, que no por casualidad no merecen tanto despliegue. O mejor dicho, ninguno. Simplemente, brillan por su ausencia

No hace falta, porque el verdadero terror lo tenemos en casa. Aquí dejo la portada de La Razón. Creo que no hacen falta comentarios. Ni me dan ganas de hacerlos, la verdad…

larazon.750

Anuncio publicitario

La otra pata de la pinza

Pinzas

En menos de 48 horas hemos asistido a una serie de hechos inéditos hasta el momento durante el año y pico de Gobierno del PP. De pronto, la resistencia monolítica a las presiones y las críticas externas pareció derretirse un poco, y casi al unísono, Alberto Ruiz Gallardón anunció una cierta marcha atrás en el tema de las tasas judiciales, los populares decidieron aprobar a trámite en el Congreso la iniciativa popular por la dación en pago, y María Dolores de Cospedal informó que Jesús Sepúlveda, el ex marido de la ministra Ana Mato imputado en la trama Gürtel, ha dejado de ser trabajador a sueldo del PP.

La sensación es de alivio. La sociedad ha comprobado que el Gobierno no es de piedra. Y en cierto modo, ayer incluso hubo momentos de euforia, después del triunfo -por ahora solo moral- obtenido por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

Pero detengamos la marcha un minuto y reflexionemos. Hasta hace dos días, el PP había aguantado incólume las manifestaciones y protestas de todo tipo. No había sucumbido a la marcha de los mineros, ni a las sucesivas mareas blancas, verdes y de todos los colores, no le habían afectado dos huelgas generales ni el goteo de suicidios como consecuencia de los desahucios, ni cuatro semanas de huelga de la sanidad en Madrid, ni… Su mayoría absoluta había servido para activar el rodillo y acelerar sin freno su plan de aniquilamiento del (precario) Estado de Bienestar que se disfrutaba en este país.

¿Qué ha cambiado entonces? ¿Qué ha provocado este giro en los acontecimientos? ¿Qué ha gripado la maquinaria del PP? Sin dudas, la aparición de la otra pata de la pinza. Importada desde Suiza, donde se dio a conocer -con sospechosa demora- la existencia de la cuenta secreta de Luis Bárcenas, esa pata derecha era lo que necesitaba la acción popular para apoyarse y agrietar de verdad la aparente solidez inquebrantable de Rajoy y compañía.

Porque no nos engañemos. Nada hubieran podido hacer el millón y medio de firmas de la ILP por la dación en pago sin la avalancha de impopularidad que está cayendo sobre el PP a partir del destape del caso Bárcenas. Por supuesto, la idea contraria también es válida: el conocimiento de la corrupción interna tampoco habría cambiado nada por sí solo sin el indispensable concurso de la pata izquierda, la de la lucha en las calles, en las organizaciones y en las plataformas populares.

No creo que estas palabras descubran nada nuevo. Su objetivo, simplemente, es hacer una lectura lo más neutra posible de la realidad y ponerla en su justo cauce. En estas 48 horas ha quedado demostrado que pelear hasta la extenuación es mucho más útil de lo que quieren hacernos creer aquellos que insisten que «no sirve para nada». Pero también, que hoy por hoy sigue haciendo falta otra pata para apoyarse y que la presión sea efectiva. Venga de Suiza o de donde sea.

Renace la Esperanza

Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre

Y de pronto, en medio del vendaval, reaparece ella. Vuelve de sus vacaciones caribeñas y se presenta como la abanderada de la regeneración democrática. Propone cambios en la Ley Electoral, con apertura de listas incluida; y por supuesto, se desmarca oportunamente de los escándalos que sacuden a su partido. Recuerda que no tuvo puestos directivos –lo que la descarta entre quienes hayan podido recibir sobres B-, critica la demora en todo el proceso contra Luis Bárcenas, y dice no saber nada de los pasos a seguir por su presidente, Mariano Rajoy.

Sí. Ella misma. La que dirigió la Comunidad de Madrid con puño de hierro durante una década. La que mandó espiar a sus rivales políticos, aunque fuesen compañeros de partido. La que prefirió entregar un puesto en el Consejo de Caja Madrid a Izquierda Unida con tal de que no lo controlase “el hijoputa” [por entonces, Alberto Ruiz Gallardón]. La del negociado de Eurovegas. La de las privatizaciones del agua y la educación. La que logró una estación del AVE en medio de la nada en Guadalajara, porque revalorizaba terrenos de su familia. La que inauguraba hospitales vacíos. La que eximió de impuestos a la mafia china que invadió el mercado. La que…

Su regreso puede tildarse de cualquier cosa, menos de inesperado. De hecho, era una de las teorías más sonadas desde que estalló el Bárcenasgate. No se puede olvidar que fue El Mundo el primero en destapar la olla. Y el diario de Pedro J. siempre respondió a sus intereses.

Entonces, la posibilidad de que una pelea por el poder dentro del PP estuviera detrás de los papeles del ex tesorero siempre estuvo latente. Y ella, con sus movimientos calculados, su misteriosa renuncia justo antes del lanzamiento de la impopular reforma sanitaria, su tirón mediático y su indudable olfato político, saltó del barco justo a tiempo. Sin salirse del todo, pero lo suficientemente alejada de la sala de máquinas como para dotarse de autoridad moral para criticar, proponer y sugerir. Para sacar a relucir su costado más populista y arremeter por la izquierda en el momento más delicado de la derecha.

Hoy ha renacido la Esperanza. Sálvese quien pueda…