El Mejor Entrenador del Mundo

FUTBOL 12/13Tan poco oportuno como suele ser habitualmente, José Mourinho puso en duda esta semana la fiabilidad de la votación organizada por la FIFA que dio a Vicente Del Bosque el premio de Mejor Entrenador del Mundo 2012. Y apenas unos días después, el técnico de la Selección de España ha tenido la desgracia de dirigir una de las actuaciones menos lúcidas y lucidas de su equipo, el viernes ante Finlandia. Casi como para darle la razón al polémico DT portugués. Pero este post no busca criticar lo hecho ayer por los campeones de Europa y el Mundo, sino que intenta pone un poco de luz en medio de la polémica desatada.

Hagamos una aclaración previa. Si elegir al Mejor Jugador del Mundo en un deporte colectivo ya es un premio que excede la lógica, porque no existen parámetros objetivos para establecer méritos y deméritos de cada jugador (mirar solo goles y asistencias es injusto con quienes roban, despejan o atajan cientos de pelotas en el año), extender la votación a los entrenadores roza la ridiculez. Y entablar una discusión sobre este tema ya ni hablemos.

Sencillamente, resulta imposible valorar a un “mejor técnico” porque cada uno afronta realidades muy diferentes. Para empezar, no es lo mismo trabajar con una selección que en un club. Y a partir de allí, no se cuenta con el mismo material humano, ni tecnológico; ni se tienen las mismas obligaciones y objetivos. ¿Quién dice que sea más meritorio ser campeón con el Real Madrid o la Selección Española que clasificar para la Copa de África a Cabo Verde o salvar del descenso a un grupo de jugadores desahuciados a quienes su club les debe varios meses de sueldo?

Sin embargo, y aunque parezca extraño, una mirada desapasionada y aguda sí puede determinar con bastante precisión cuáles NO son los mejores. ¿Quiénes? Aquellos que, en función de los futbolistas con que cuentan, no logran sacarle el jugo suficiente. Los que no mejoran la calidad natural de sus jugadores ni consiguen que estos sostengan su nivel de motivación a lo largo del tiempo. Quienes equivocan reiteradamente la estrategia y las alineaciones iniciales. Los que no saben corregir el rumbo de su equipo sobre la marcha, ya sea por falta de decisión o de capacidad para entender lo que está ocurriendo en el campo. Y aquellos que no logran tener autoridad sobre sus dirigidos sin ser déspotas.

Las citadas cualidades son universales, y se deben ejercitar en cualquier equipo, ya sea el Barcelona o los alevines de un club guatemalteco. A partir de allí, sería cuestión de pasar a todos los entrenadores del mundo por este tamiz y ver cuántas de estas virtudes cumplen, y así elegir al mejor. Semejante tarea es imposible, y entonces solo se miran los grandes títulos para hacer la selección.

Sin pretender estar a favor o en contra de Mourinho –que se autorretrata solo por hacer una “denuncia” en este esperpéntico asunto-, propongo poner en práctica el sistema planteado con el vigente Mejor Entrenador del Mundo, Vicente Del Bosque.

Xabi Alonso, Sergio Ramos e Iker Casillas

Xabi Alonso, Sergio Ramos e Iker Casillas

Veamos. El veterano técnico salmantino dirige una selección, es decir, juega pocos partidos en el año. Y no una cualquiera, sino aquella formada en su mayoría por los jugadores del Barcelona, el considerado mejor equipo de la historia de este juego, y dueño de un estilo muy arraigado e innegociable que por supuesto trasladan de la camiseta blaugrana a La Roja. Más aun: puede darse el lujo de incorporarle el toque de velocidad y pase largo del Real Madrid, al contar con Xabi Alonso, más un arquero como Casillas y un central portentoso como Sergio Ramos. En conclusión: no ha necesitado inventar nada. Si en cada alineación coinciden 7 u 8 jugadores del Barça, el trabajo viene hecho desde La Masía. Y el resto lo pone Valdebebas.

La cuestión es ver si consigue sacar el máximo partido de tanta abundancia. Se dirá que es Campeón del Mundo y de Europa, y es cierto. Pero incluso así, es relativo. Porque no hay Selección en el planeta que cuente con tantas ventajas, con un bloque -¡y qué bloque!- tan armado previamente, y sin embargo, si se mira partido a partido y ante rivales cualificados (no Finlandia ni Georgia, por supuesto), las diferencias con el resto resultan escasas. España monopoliza el balón, como hace el Barcelona, muchas veces porque los rivales renuncian a discutírselo, pero por lo general no convierte el dominio en cataratas de ocasiones de gol, ni mucho menos lo traslada al marcador. Algo que sí suelen hacer Barcelona o Real Madrid. Y abundan los ejemplos al respecto: Suiza, Paraguay, Portugal, Alemania y Holanda en el Mundial; debut contra Italia, Croacia, Portugal en la Eurocopa del año pasado, Francia, Georgia, Finlandia en las actuales eliminatorias…

Hay excepciones, claro: el 4-0 a Italia en la final de Kiev o la goleada a Irlanda en el mismo torneo. Ambas coinciden en una circunstancia: España se puso en ventaja casi en la primera llegada. No es la norma. Ni que esto suceda ni que gane con holgura. Lo habitual es lo otro: tener la pelota, tocar… y sufrir.

Vamos al aspecto estratégico. Ya está dicho que Del Bosque aplica con inteligencia algo que le viene dado desde Barcelona, con el añadido de Xabi Alonso para controlar mejor el mediocampo y tener la variante del pase largo y el remate desde larga distancia. Pero nunca ha acabado de definir qué ocurre en el área rival: si hay “9” fijo o no, si se juega por afuera o se apuesta a la llegada masiva de volantes por dentro, si Llorente, Negredo o Soldado tienen lugar o son simples figuras decorativas. Es, en lo táctico, lo único que no le viene digerido desde la base, porque en el Barça está Messi; y en el Madrid, Cristiano Ronaldo, Benzema e Higuaín. Y todavía no ha encontrado una estrategia reconocible y definida.

A esto hay que sumarle que su lectura previa de los partidos tiende a ser discutible. El viernes mismo resultó incomprensible no jugar con extremos contra un equipo que se sabía iba a encerrarse descaradamente en su área. Pero lo mismo ocurrió contra Estados Unidos en la Copa Confederaciones, Suiza en el Mundial, o Italia en el primer partido de la Eurocopa.

¿Y qué ocurre cuando los encuentros se complican? ¿Cuál es la reacción desde el banquillo? Tiende a ser lenta -como lo era la de Guardiola en el Barcelona, por ejemplo-, y no siempre acertada.

Llorente reemplaza a Torres en el España-Portugal del Mundial 2010

Llorente reemplaza a Torres en el España-Portugal del Mundial 2010

Cuenta en su haber con el ingreso de Llorente para romper a los portugueses en el Mundial, pero vuelve a ser excepción. Porque abundan las decisiones extrañas: la última, la ausencia de Navas ante Finlandia mientras Arbeloa chocaba contra el muro finlandés subiendo por la derecha.

Quedan las cuestiones motivacionales. Mundiales o Eurocopas estimulan por sí mismas. Hay que mirar el resto de partidos, y si valen los ejemplos, del 2010 para acá España ha sido vapuleada en amistosos (Argentina, Portugal), ganó de manera agónica en Georgia, y empató en casa con Finlandia. Y en cuanto a autoridad, Del Bosque se rige por la misma máxima que instauró en sus días del Real Madrid: casi siempre juegan los mismos, los que se ganaron el puesto a través de los años (en el Bernabéu de los Galácticos, la jerarquía la marcaba el dinero invertido en las compras), sin importar demasiado su estado de forma. Así, todo el mundo tiene claro su papel de antemano y las quejas, si existen, no se hacen públicas.

A todo esto, Del Bosque le agrega dos cualidades vitales. Por un lado, su bonhomía y sentido común; su corrección absoluta, cuando gana y cuando pierde, su indiscutible estatura humana. Por otro, su predisposición para hablar con los medios, que saben que siempre tendrán acceso a su palabra.

¿Alcanza todo esto para ser el Mejor Entrenador del Mundo? ¿Lo sería dirigiendo a un equipo de mitad de tabla en Turquía? Imposible saberlo.

Quizás, entonces, lo más inteligente sea olvidarse de este premio estúpido y centrarse en el siguiente partido. Como hace Del Bosque. Y como no hace casi nunca José Mourinho.

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«Messi es un perro», un video para no perderse

Vídeo

Faltas a MessiHabía leído hace algún tiempo este cuento de Hernán Casciari, escritor y periodista argentino afincado en Barcelona, director de la revista Orsai.

Pero hoy me encontré con la emocionada narración oral que conjuga la letra de Casciari con la «música» del vídeo inspirador de la curiosa teoría del carácter perruno del 10 del Barcelona. Y me vi en la necesidad de compartirlo.

De más está decir que integro, junto al autor y al narrador, esa especie de «secta Messiánica» que profesa la más absoluta admiración por un futbolista que ha roto todos los moldes. Desde ese punto de partida, la perspectiva que brindan vídeo y texto sirve para fundamentar, todavía más, las razones de un fervor que aquellos que hemos mamado fútbol desde la cuna, que lo amamos y lo defendemos, nos vemos casi obligados a desempolvar cada vez que este pibe agarra la pelota.

Gracias Casciari por darnos un motivo más para comprobar que hemos elegido el Guía (iba a poner el Mesías, pero me pareció demasiado obvio) y el Camino correcto… que es, como todos saben, el que lleva al arco contrario.

Decepción Nouvel

Desde lejos casi todo suele parecer más bonito… Hoy tuve la ocasión de conocer la célebre Torre Agbar, la obra de Jean Nouvel inaugurada en 2005 en Barcelona, una construcción que aunque ya tenga sus años no deja de llamar la atención.

Y me ha decepcionado…

Torre Agbar, desde la Plaça de les Glóries

Torre Agbar, desde la Plaça de les Glóries

El edificio, sin dudas llamativo a la distancia, pierde gracia a medida q uno se acerca. Rodeado de una especie de poco afortunada malla metálica, las ventanas semejan ser diminutas, «pixeladas» por infinidad de cubiertas pintadas que si bien aportan colorido exterior parcelan la mirada en demasía.

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Dentro, la sensación no mejora. Las vistas desde las plantas altas son fantásticas y los pasillos circulares otorgan una visión de Barcelona en 360° con pocos pasos, pero el tamiz de ventanas, cubreventanas y vigas impide la mirada límpida y afea el resultado. Y en cuanto a confort, es imposible medirlo en un par de horas. Pero me quedo con la opinión de un usuario cotidiano. «¿Qué tal la vida en este edificio?», pregunté. «Mmm… Singular«, fue su diplomática respuesta.

En definitiva. La Torre está bien como decorado, pero personalmente y sin pretender ser un crítico de arquitectura, mejor desde lejos…