El Mundial de Brasil ya está a la vuelta de la esquina, y aunque las últimas fechas de la Liga y la final de la Champions concentran la atención de los hinchas españoles en estos días, ya es tiempo de ir anticipando lo que será la mayor cita del fútbol del planeta.
El País de hoy publica un artículo mío donde planteo un par de debates: ¿cómo debería jugar la selección española este campeonato?, ¿a quién le importa de verdad el estilo?
En este caso, afortunadamente, no hubo cortes ni ediciones que lamentar, y el artículo se puede leer tal como salió de mi ordenador, aunque de todos modos cuelgo por aquí la versión original, y también, por supuesto, el link a El País: http://deportes.elpais.com/deportes/2014/05/07/actualidad/1399488839_829786.html
Espero que os guste y participéis en el debate.
¿Y SI ESPAÑA JUGARA AL CONTRAATAQUE?
Por Rodolfo Chisleanschi
El fútbol, reflejo fiel de la sociedad que lo genera, no es ajeno a modas y tendencias. Más bien lo contrario. Y por lo general, se rige por una lógica absolutamente simple y lineal: se copia al último ganador.
Ha sido así siempre, desde la WM del Arsenal, cuando solo existía la transmisión oral de la información, hasta la actual era 2.0. Y no existe mejor ejemplo que el fútbol español para demostrarlo. La revolución que planteó Johan Cruyff en 1988, prolongaron Jorge Valdano-Ángel Cappa a principios de los 90 y se fue haciendo carne en los entrenadores más jóvenes tuvo recorrido porque logró resultados, títulos. Más adelante, cuando se afianzó en el Barça con Pep Guardiola se transformó en “estilo”, y en 2008 llegó a la Selección de la mano de un reciclado Luis Aragonés, adalid del contraataque que apenas un par de años antes en Alemania había preferido la teórica eficacia rocosa de Albelda a la joven magia de Iniesta.
En aquel año, Vicente Del Bosque se subió a un tren que ya iba a toda marcha. Impuso su sentido común, su criterio, su habilidad en el manejo de los grupos humanos, hizo algunos retoques y trasladó el reinado imperial del Barcelona a la Roja, dos equipos elogiados de forma casi unánime en el mundo y ampliamente merecedores de los títulos conseguidos, dos equipos que han creado escuela. Ahí están sus “hijos directos” para comprobarlo: sus trazos son apreciables de la Juventus al Liverpool y de Alemania a Bélgica o Suiza, más allá de las peculiaridades de cada cual.
Así, el fútbol español quedó imbuido de un “estilo”. ¿Todo el fútbol español? No. Basta con preguntar a los hinchas del Atlético y del Madrid si les importa algo tener la posesión del balón, ganar posiciones en el campo a partir de un progreso asociado y paulatino, o respetar la estética del toque corto y preciso durante los 90 minutos que dura un partido. O con leer y escuchar las cataratas de elogios que reciben Simeone o Ancelotti. Uno, básicamente por contagiar fe y exprimir al máximo las opciones de una plantilla en teoría inferior a muchas otras; el otro, por infundir cordura y tranquilidad en un club tan poderoso como sísmico sin cambiar sustancialmente la forma de jugar.
Ni el Cholo ni Carletto pregonan el “estilo” español. Pero ganan. Y los mismos que dicen defender a muerte la filosofía de la Roja se calientan las manos de tanto aplaudirles.
Cabe preguntarse entonces qué hará Del Bosque en el cercano Mundial, ahora que la locomotora parece haber modificado su dirección.
A primera vista parece haber dos opciones. La primera es mantener la línea seguida hasta aquí. Para ello habrá que confiar en la recuperación de Xavi y apostar a que sea capaz de jugar al máximo nivel cada 4-5 días, esperar que Busquets, Cesc e Iniesta rescaten sus mejores versiones, apostar a que el esfuerzo físico no le pase factura a Xabi Alonso y a que Silva retome el nivel que tenías antes de su última lesión. Y por supuesto, rezar para que Diego Costa se acople rápido a una forma de jugar que desconoce para aportar los goles que se ha llevado Villa. Es decir, tiene sus riesgos, porque los intérpretes no pasan por sus momentos más brillantes.
La otra posibilidad es volver a coger el tren en marcha y transformar el sistema en un 4-4-2 o incluso un 4-4-1-1 que no se fije como meta ganar la posesión sino los espacios, tal como hacen el Madrid y el Atlético (o Brasil y Uruguay, para hablar de selecciones), que aproveche la velocidad de Pedro/Navas, y que se adapte a las características de Diego Costa para jugar de contraataque. Es decir, cambiar el sentido, renunciar de alguna manera a lo hecho en los últimos años y seguir la tendencia más reciente. En tal caso surgirían los interrogantes: ¿lo aceptarían la hinchada y la prensa? ¿Recibiría Del Bosque tantos palos como Martino en el Barcelona por “traicionar el estilo”? ¿Hasta dónde el hincha común -y el periodismo en general- valoran de verdad el “estilo”?
Muy probablemente, todo dependería de los resultados. Como por otra parte ha sido siempre, desde los tiempos de la WM del Arsenal.
En todo caso, ya tenemos un motivo más para debatir antes de que empiece el Mundial.
@rodochisleanchi es periodista argentino afincado desde hace 25 años en España.