El Editorial del Domingo: 14 de abril

A Juan Carlos y Corinna. A Felipe, Letizia y sus peques. A Sofía, sus biógrafos y sus hagiógrafos. A Iñaki y Cristina, que tanto monta, monta tanto. A Elena, García Revenga, Marichalar, Froilancito y las escopetas. A la duquesa de Alba y su mediática y encantadora familia. A marqueses y marquesas (como la familia de la mujer de Jesús Posada). A duques y duquesas. A condes y condesas (como Esperanza Aguirre). A los Godó y los Griñán. Los Luca de Tena y los Fernández de Córdoba…

Y también a tod@s aquell@s que ayudan a perpetuar un sistema hereditario de castas. Al ABC y La Razón, a la COPE y El Mundo, a Cospedal y Rajoy, a Rubalcaba y Felipe González. A Mas y Duran i Lleida. A quienes defienden el carácter inviolable de los que detentan los poderes económicos y de la tierra. A quienes refuerzan su creencia de ser intocables y superiores. A quienes miran con desdén al «pueblo llano» y lo desacreditan de infinitas maneras cuando pretende quejarse, protestar, pedir cuentas o hacer un «escrache». A tod@s ell@s:

¡¡¡QUE PASÉIS UN MUY FELIZ DÍA DE LA REPÚBLICA!!!

3republicaY que sepáis que estamos desempolvando…

 

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El Editorial: ¿Quién rescata a Rajoy?

Decía una guionista de televisión el jueves pasado que la serie España vive su mejor temporada, porque no hay día en que no ocurra algo sorprendente. Y no le falta razón. Las últimas semanas son un continuo de revelaciones, descubrimientos, negativas, contradicciones y titubeos que a falta de mejores perspectivas, al menos no dejan espacio al aburrimiento.

Mariano Rajoy y Angela Merkel. Autor: Serko.

Mariano Rajoy y Angela Merkel. Autor: Serko.

El embrollo, posiblemente interesado, en que se va convirtiendo el caso Bárcenas es trending topic por encima de cualquier discusión futbolística, que en este país ya es mucho decir. Y las consecuencias de esta debacle institucional generalizada concitarían hoy más atención que las quinielas, si se abrieran apuestas al respecto. Aunque acertar el resultado parezca en este momento mucho más difícil que saber cuántos goles marcarán Messi o Cristiano Ronaldo de aquí a final de temporada.

El último episodio del culebrón, ayer mismo, sacó a la luz las declaraciones de renta del presidente Mariano Rajoy, un acto sin más utilidad que demostrar que su discurso de austeridad durante el último lustro siguió un camino inversamente opuesto al de sus ingresos. Por lo demás no aclaró nada, como era obvio, ya que nadie le dice al fisco lo que cobra en dinero negro.

Lo concreto es que a día de hoy existen demasiados casilleros en blanco en el sudoku abierto tras la irrupción del ex tesorero del PP en el epicentro del terremoto político hispano, y los dirigentes del partido en el poder no ayudan demasiado a completarlos.

Hilando fino y tras pasar la semana por el cedazo, solo queda un puñado de conclusiones firmes. La primera es el indudable clima de conflictividad interna que se vive en la sede de la calle Génova. Las declaraciones diáfanas y directas de Esperanza Aguirre no hicieron más que alentar una de las tantas teorías en circulación desde que se hizo pública la cuenta suiza de Luis Bárcenas: que la lideresa madrileña se está moviendo entre bastidores con su reconocida habilidad. Resulta temerario sostener que fueron sus huestes las que difundieron la información que compromete a todos los dirigentes históricos del partido… salvo a ella. Pero no hay dudas del aprovechamiento que pretende hacer de la situación.

Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre

La ex presidenta de la Comunidad de Madrid, guste o no, es el mejor cuadro político que posee el PP. Puede ser maquiavélica, autoritaria y hasta déspota, pero nadie puede negarle olfato y una capacidad innata para conectar con la gente, de la que carecen casi todos sus compañeros de formación, con Rajoy a la cabeza. Mirada en perspectiva, su sorpresiva dimisión a su puesto al frente de la Comunidad fue una jugada estratégica de primer orden. A nadie debería escaparle que dejó atada la privatización de la sanidad pública madrileña, o la aprobación de Alcorcón como sede del vergonzoso paraíso del vicio que será Eurovegas, por ejemplo. Pero no sale en ninguna de esas fotos. Ni estuvo en la pelea por la Sanidad ni en la firma con el magnate Adelson. Y ella, más que nadie, sabe que la memoria del electorado es muy corta. Entonces hoy dice lo que la gente, sobre todo la de sus propias filas, necesita oír. Su postulación para trabajar en la regeneración democrática suena a chiste de mal gusto en el arco opositor, pero es un bálsamo para las desorientadas almas de la derecha española. Un bálsamo que ya empieza a calar y ganar tantos adeptos que no sería extraño que resultara vencedora si -esto es pura ciencia ficción– el PP se planteara un tête-a-tête abierto entre ella y Rajoy.

La razón es muy sencilla y enlaza con la segunda conclusión a la que se llega en estos días tumultuosos. Aguirre habla como si no tuviera nada que esconder. Rajoy y el resto del partido callan o tartamudean, como si guardasen demasiada basura debajo de las alfombras. Esa es al menos la percepción general, la que se va haciendo carne en la población –si las encuestas no mienten- y la que más socava la credibilidad del Gobierno, y de las instituciones en general. Porque no se debe olvidar que se suma a lo que ocurre con la Monarquía, la Justicia, el mundo empresarial, el de las finanzas, el sindicalismo o las fuerzas de orden público, quien más quien menos, todos ellos pringados por la viscosa sospecha de la corrupción.

Como escribía ayer el sociólogo Manuel Castells en un interesante artículo en La Vanguardia, es una sensación de hundimiento moral que se añade a la económica. En ese texto, Castells se permite sugerir una revolución a la islandesa, es decir, pacífica, a través de las urnas y con una nueva Constitución como punto final del actual proceso e inicio de una etapa política diferente. Sin dudas, un escenario ideal, pero por ahora quizás lejano.

Alfredo Pérez Rubalcaba

Alfredo Pérez Rubalcaba

Es cierto que cada agravio que llega desde las alturas del Poder multiplica el hartazgo de una porción cada vez mayor de la población –la tibieza de Alfredo Pérez Rubalcaba y el PSOE en la presente coyuntura ayuda bastante a provocarlo-, pero no menos real siguen siendo el miedo a la ruptura, y la presencia de un amplio sector del electorado mucho más proclive a escuchar a las Esperanzas Aguirres de turno que a quienes pretenden un cambio más profundo.

En ese sentido, lo ocurrido estos días en Berlín y Bruselas no deja de ser llamativo. Allí, en tierras hasta hace poco enemigas, Mariano Rajoy recibió algo de alivio a tanto desasosiego. Angela Merkel le extendió la mano durante su visita a Alemania, y la UE en su conjunto le permitió una cierta alegría al confirmar que en los próximos años la balanza de ingresos y pagos a Europa seguirá siendo favorable para el Tesoro español.

El apoyo más o menos implícito recibido por el Gobierno en los últimos meses es tan poco casual como los órdagos de Aguirre. Si algo no puede permitirse Europa es agregar incertidumbre a su precaria estabilidad monetaria. Bastante tiene con Italia en ese sentido. Y Rajoy es, en este momento, la única carta segura al sur de los Pirineos. Con el PSOE en caída libre, si este Gobierno desbarrancara del todo se abriría un escenario impredecible. Hace menos de dos años que la UE impuso a Rodríguez Zapatero una reforma constitucional que garantiza como prioridad el pago de la deuda externa, y lo último que harían ahora Merkel y sus aliados es poner en peligro esa carta, vital para la propia supervivencia. Por eso, y aunque la prima de riesgo siga en unos niveles inaceptables para que la economía española pueda escapar de la recesión, ya nadie habla del rescate, ni del corralito, ni de un euro a dos velocidades.

Contra todo pronóstico, Europa ha salido al rescate de Rajoy, y es hoy su principal aliada. Y por el contrario, sus opositores más acérrimos comparten con él las oficinas de la calle de Génova.

Sorpresas que da la vida en este exitoso culebrón político en el que se ha transformado España.

Renace la Esperanza

Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre

Y de pronto, en medio del vendaval, reaparece ella. Vuelve de sus vacaciones caribeñas y se presenta como la abanderada de la regeneración democrática. Propone cambios en la Ley Electoral, con apertura de listas incluida; y por supuesto, se desmarca oportunamente de los escándalos que sacuden a su partido. Recuerda que no tuvo puestos directivos –lo que la descarta entre quienes hayan podido recibir sobres B-, critica la demora en todo el proceso contra Luis Bárcenas, y dice no saber nada de los pasos a seguir por su presidente, Mariano Rajoy.

Sí. Ella misma. La que dirigió la Comunidad de Madrid con puño de hierro durante una década. La que mandó espiar a sus rivales políticos, aunque fuesen compañeros de partido. La que prefirió entregar un puesto en el Consejo de Caja Madrid a Izquierda Unida con tal de que no lo controlase “el hijoputa” [por entonces, Alberto Ruiz Gallardón]. La del negociado de Eurovegas. La de las privatizaciones del agua y la educación. La que logró una estación del AVE en medio de la nada en Guadalajara, porque revalorizaba terrenos de su familia. La que inauguraba hospitales vacíos. La que eximió de impuestos a la mafia china que invadió el mercado. La que…

Su regreso puede tildarse de cualquier cosa, menos de inesperado. De hecho, era una de las teorías más sonadas desde que estalló el Bárcenasgate. No se puede olvidar que fue El Mundo el primero en destapar la olla. Y el diario de Pedro J. siempre respondió a sus intereses.

Entonces, la posibilidad de que una pelea por el poder dentro del PP estuviera detrás de los papeles del ex tesorero siempre estuvo latente. Y ella, con sus movimientos calculados, su misteriosa renuncia justo antes del lanzamiento de la impopular reforma sanitaria, su tirón mediático y su indudable olfato político, saltó del barco justo a tiempo. Sin salirse del todo, pero lo suficientemente alejada de la sala de máquinas como para dotarse de autoridad moral para criticar, proponer y sugerir. Para sacar a relucir su costado más populista y arremeter por la izquierda en el momento más delicado de la derecha.

Hoy ha renacido la Esperanza. Sálvese quien pueda…