Traduciendo a Draghi (Quien quiera oír que oiga)

Cola de gente para pedir comida en la sede de Cáritas en Madrid, el pasado 2 de enero. Foto: UnPadrey Suhijo

Cola de gente para pedir comida en la sede de Cáritas en Madrid, el pasado 2 de enero. Foto: UnPadrey Suhijo

Permítanme arrancar con una anécdota personal. El viernes pasado me invitaron a un cumpleaños. Como suele suceder en todos los ámbitos, suele haber cierta tendencia a la endogamia en función de la profesión o actividad del anfitrión. En este caso, la presencia de periodistas era abrumadora. Entre ellos, varios amigos con los que hacía tiempo no coincidía. Y el tema de la actualidad económica, la crisis y la tan anunciada recuperación ocupó la primera fila de las conversaciones.

No habían pasado ni diez minutos de charla, cuando ya había sido tachado de pesimista o, más directamente, de catastrofista, ante mi muy subjetiva lectura de una realidad que en mi opinión, y a largo plazo, es claramente negativa respecto al futuro del ciudadano de a pie, del trabajador medio europeo. En todo caso, fue muy interesante escuchar los argumentos de los optimistas (me gustaría aclarar que soy optimista a ultranza, y que no estoy de acuerdo con el calificativo que me impusieron, solo que en este caso mi optimismo solo será válido en la medida que los pueblos europeos reaccionen y se rebelen contra las actuales políticas de la UE, el BCE y demás instituciones). Siempre se aprende algo escuchando a los que piensan diferente.

Entrevista Draghi¿Y a qué viene todo esto? Pues que no pasaron ni 48 horas para ratificar algunas de las razones que me hacen mirar el futuro de la gente -no de la macroeconomía, ni de las grandes corporaciones, ni de las bolsas de valores- con todos los resquemores del mundo. ¿Y quién me lo ratificado? Nada menos que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo. El País publicó ayer domingo una entrevista que concedió a la revista alemana Der Spiegel, donde dice -y calla- cosas muy interesantes. Dentro de mi modesta capacidad al respecto, voy a «traducir» algunos de estos puntos. Veamos.

Dice Draghi: «Todavía no se ha superado la crisis, pero hay muchas señales alentadoras. La economía se está recuperando en muchos países…».
La frase es más o menos positiva, pero es la única vez en toda la entrevista que se acerca a la palabra «recuperación», que tanto utilizan los Montoro, De Guindos y sus voceros por estos pagos. Resulta llamativo el nivel de cautela de unos y otros…

Le preguntan por el aumento del nivel de deuda en muchos países (dato que en España resulta particularmente alarmante). Pero como la pregunta incluye otra sobre Grecia, Draghi elude hablar de la deuda general para centrarse en los helenos y afirmar que «han mejorado bastantes cosas, pero el país tiene que hacer más esfuerzos». Vale recordar que Draghi era asesor del gobierno griego cuando este mentía a la UE en sus cuentas mientras inflaba hasta niveles desorbitantes la burbuja que llevó a la actual situación de país. Es decir, que su autoridad moral para hablar especialmente de Grecia es cuanto menos dudosa. Y habría que valorar la opinión de los trabajadores griego sobre la «mejora» de la que habla el ex asesor de su gobierno.

Le preguntan por la situación en Francia, y Draghi aprovecha para hacer un balance general. Dice (y manda un mensaje al gobierno de Hollande): «Muchos Estados han incrementado los impuestos y han disminuido las inversiones primero. Esa es la forma más fácil, pero ambas estrategias debilitan el crecimiento. Una vía más esperanzadora pasa por la reducción del gasto público y la introducción de reformas estructurales en el mercado laboral«. Miremos lo hecho en España: subida de impuestos, freno absoluto a la inversión pública, recortes de presupuestos generalizado y reformas laborales (entiéndase reducción de salarios, pérdida de derechos y aumento del empleo basura). Es decir el cóctel completo, con el resultado que nos ha llevado hasta aquí: caída del consumo y de la economía en general, falta de movilidad laboral, desempleo

Al mismo tiempo, el mandamás del BCE dice que: «las primas de riesgo por los préstamos en los países del sur de Europa que sufren la crisis están disminuyendo e inversores de todo el mundo están invirtiendo otra vez en Europa«. Es cierto, y en alguna medida consecuencia de las políticas anteriores. Si las empresas de estos países del sur se han abarato en Bolsa y su competitividad ha mejorado a partir de los recortes de plantillas y sueldos, tiene lógica que los inversores extranjeros vuelvan a apostar por ellas. En realidad, lo que están haciendo es quedarse con empresas a precios de saldo.

Sumemos los dos puntos anteriores. ¿Para quién es buena la receta? ¿Para los trabajadores europeos? En principio, no parece… Pero es la que continúan indicando para cualquier país con problemas.

Sigamos. Draghi habla de la inflación y de las tasas de interés. Primero, saca pecho: «Cuando ofrecimos más liquidez a los bancos europeos hace dos años, se dijo que habría una tasa de inflación elevada. No ha ocurrido nada de eso.». Después se refiere al «riesgo grave de una bajada generalizada de los precios«, es decir, a una deflación, aunque no se plantea hacer nada al respecto por ahora. Y asegura que «la estabilidad del sistema financiero corre peligro si los tipos de interés son demasiado bajos durante demasiado tiempo.». Muy bien. Resulta que los tipos de interés están en niveles históricamente bajos -y se espera que sigan descendiendo-, el BCE inyectó miles de millones de euros en el sistema para salvar a los bancos, y sin embargo, hay peligro de deflación. Ni una cosa ni la otra sirvió para impulsar el consumo, para alentar la economía y recalentar un poco la maquinaria. Esto solo tiene una explicación: la economía europea está en punto muerto. No hay inversión, no hay consumo, no hay estímulos, y en muchos países ni siquiera hay acceso al crédito. Lo que seguirá ocurriendo mientras no se sepa a ciencia cierta qué esconden los balances de los bancos, cosa que ocurrirá -en teoría- durante este año y llevará a la liquidación a más de una entidad financiera del continente.

Todo esto tal vez explique porqué Draghi no menciona más que de soslayo la tan mentada «recuperación». Ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. Y de alguna manera viene a ratificar mis «catastrofistas» pronósticos del pasado viernes. Además de que en ningún momento hable de la economía de bolsillo del ciudadano de base ni mucho menos se mencione nada de pedir responsabilidades a los causantes de semejante descalabro. Cosa esta última entendible porque nadie está obligado a autoinculparse.

En todo caso, son palabras de Draghi, el dueño de la maquinita de hacer billetes en Europa. Como dice una vieja canción del argentino Lito Nebbia, «quien quiera oír que oiga».

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Historia (y final con sorpresa) de un penalty no sancionado

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Los días festivos, si uno no se va de viaje, brindan la oportunidad de hacer cosas que en otro momento no hay tiempo de realizar. Algunas, absolutamente intrascendentes, como la que viene a continuación.

El Francia-España del martes pasado me dejó en la memoria la jugada del supuesto penalty de Lloris a Pedro que el arbitró no sancionó, y que en definitiva no incidió en el resultado del partido. Como me suele ocurrir bastante a menudo, mi opinión desde el inicio iba a contramano de la mayoría: había algo en la acción que no me cerraba. Incluso llegué a tuitearlo y hubo quién me dijo que tirarse es una conducta habitual del jugador del Barça.

No vi más repeticiones esa noche, tampoco ayer durante buena parte del día. Pero hoy me puse a hacer un análisis de la jugada cuadro a cuadro, imagen a imagen (ignoro sinceramente si en algún programa televisivo lo han hecho ya, supongo que sí), y la tecnología me descubrió una curiosidad sorprendente, que quiero compartir.

Según lo que pareció a primera vista, hubo falta del portero a Pedro, y en consecuencia, también tarjeta roja para Lloris. Veamos. Estudiemos primero estas dos imágenes.

Penal 1 (320x180)

Penal 2 (320x180)Aquí se ve cómo, mucho antes de que se produzca el choque de la rodilla del portero con la pierna de Pedro, el delantero canario tiene el pie izquierdo hundido en el césped y lo va arrastrando. Cualquiera que alguna vez haya corrido el autobús o el metro sabe que para correr hay que levantar los pies y no arrastrarlos, y mucho menos con la punta hundida en el suelo.

Una tercera imagen, desde otra cámara, enseña incluso algo más: la rodilla de Lloris todavía no impactó con la pierna de Pedro, y el centro de gravedad del delantero ya descendió lo suficiente (ver rodilla izquierda muy flexionada).

Penal 3 (320x180)Es decir, Pedro realiza un gesto para provocar el choque, o dicho de otra manera, se va tirando antes de que Lloris le toque. Este movimiento de arrastre del pie, supuestamente, es lo que debió ver el árbitro para pensar que no era falta, y por lo tanto, no sancionar el penalty.

Hasta aquí está claro, pero el verdadero hallazgo es otro. Miremos ahora lo que había ocurrido un segundo antes de todo lo anterior:

Penal (320x180)

Pues que de paso y sin que nadie lo notara, Koscielny, que cruzó por detrás, había trabado la pierna izquierda de Pedro. Si fue suficiente para desequilibrar o no al delantero, o para provocar el gesto del hundimiento del pie en el suelo y su posterior arrastre solo lo sabe el propio Pedro.
Conclusión: sí que hay penalty, pero de Koscielny, no de Lloris.  
Curiosidades intrascendentes gracias a la tecnología… y al tiempo libre de una mañana festiva.

Calentamiento del Ártico: datos para quedarse helados

Las últimas noticias y estudios realizados en torno a los cambios climáticos que ocurren en la región ártica dejan datos tan concluyentes como preocupantes. Esto es apenas una enumeración escueta de varios de ellos, que publica IPS (Inter Presse Service).

Temperatura Canadá

Superficie cubierta de hielo en junio en la región ártica

– Los inviernos en el norte de Canadá son significativamente más cálidos y cortos que hace 30 años. Los patrones de temperaturas y de vida vegetal se han trasladado más de 700 kilómetros hacia el norte.

– La diferencia de temperaturas entre invierno y verano en el norte canadiense es menor cada año, según el estudio «Temperature and Vegetation Seasonality Diminishment Over Northern Lands» (Disminución de la estacionalidad de la temperatura y la vegetación en las tierras del norte), publicado en la revista Nature Climate Change.

– En el último verano, el derretimiento de hielo marino fue un 80 por ciento mayor que el de los veranos de los últimos 30 años.

Se-derrite-cada-vez-más-el-hielo-ártico-NASA1– La capa de hielo invernal del Ártico habitualmente no comenzaba a fracturarse hasta abril. Imágenes satélites de este año permiten comprobar que las fracturas comenzaron en febrero. La razón es la mayor delgadez de dicha capa.

– Recientes estudios permiten comprobar a simple vista que determinadas plantas que no podían sobrevivir más al norte de la latitud 57 ahora se encuentran en la latitud 64. Es una clara señal de que el Ártico se vuelve cada vez más verde.

– Se calcula que con estos cambios el 20 por ciento de los glaciares de Canadá se habrán derretido a finales del siglo XXI. El volumen de estas masas de hielo equivale a un tercio de las que se encuentran en la Antártida y Groenlandia.

– Existen en el Ártico millones de kilómetros cuadrados de permafrost (hielo permanente) con una vasta cantidad de carbono congelado.

Respecto a las consecuencias de semejantes variaciones, solo cabe mencionar algunas para tener una idea de lo que significa.

– Para 2091, el norte del planeta tendrá estaciones, temperaturas y posiblemente vegetación comparables a las halladas hoy entre los 20 y 25 grados de latitud. Es decir, que el Ártico de los países escandinavos tendrá un clima parecido al que hoy se da en el sur de Francia.

– El recalentamiento del permafrost liberará parte del carbono que contiene, provocando a su vez un mayor calentamiento del planeta, lo que multiplicará el efecto.

– El derretimiento de los glaciares canadienses aumentaría el nivel del mar en 3,5 centímetros.

El huracán Sandy a su paso por Nueva York

El huracán Sandy a su paso por Nueva York

Habrá quien califique estas previsiones de catastrofistas. Es lo que vienen haciendo quienes niegan la injerencia humana en el acelerado calentamiento de la Tierra, y dificultan o directamente evitan las medidas destinadas a luchar contra las emisiones masivas de carbono, casi siempre alegando que «no son rentables» para la economía. Un último dato les da completamente la razón. Según estudios publicados hace unos días en la revista Oceanography, el colapso del hielo marino amplificó el poder destructivo de la tormenta tropical Sandy el año pasado. Los huracanes de octubre tienden a disiparse hacia el noreste, pero Sandy fue ganando poder e impulsándose hacia el oeste. La causa del cambio de patrón estaría en las corrientes de aire, afectadas por la severa pérdida de hielo marino en el Ártico.

Sandy dejó más de 200 muertos y ocasionó daños superiores a los 50.000 millones de dólares a su paso por el Caribe, Estados Unidos y Canadá. Más catastrofista que esto, imposible.