
Foto: Télam
Estimado amigo Javier:
Hace algo más de dos meses, exactamente el 13 de abril, desde este mismo blog te escribí una primera Carta Abierta, que dudo llegara alguna vez a tus manos o tu computadora. Para resumirla, digamos que ahí daba por sentado el descenso a la B Nacional; y te pedía que aceptaras cualquier intento de renuncia de Américo Gallego, la marginación inmediata de una serie de jugadores que habían demostrado con creces su incapacidad para ayudar a Independiente en su lucha por salvar la categoría, y una apuesta firme por los chicos de la Reserva.
Casualidad o no, y aunque por caminos y con plazos diferentes a los que imaginaba y creía necesarios, todo lo que allí comentaba ha ido ocurriendo. Gallego se fue al día siguiente de escribir la carta; Ariel Wiktor no se hizo cargo del equipo, pero acabó como asistente muy cercano de Miguel Brindisi; los pibes de la Reserva terminaron siendo mayoría en la alineación titular; la gente los aplaudió y alentó hasta el final porque entendió que ellos no son culpables de nada y, por el contrario, tienen el futuro en sus manos y sus pies; nos fuimos a la B; y esta semana el club anunció el «adelanto de vacaciones» para una lista de jugadores que, salvo un nombre (Morel), es la misma que aparecía en aquella primera misiva. Es decir que lamentablemente no estaba demasiado errado en el análisis.
Ahora acaba de comenzar un nuevo tiempo. Y como hace dos meses, vuelvo a pensar que Independiente como club vive uno de esos momentos-bisagra en los que las decisiones que se tomen pueden marcar el devenir del destino en todos los plazos.
Por supuesto, no conozco los detalles más «finos» de la situación de la entidad, pero creo que me bastan con los gruesos para tener claro cuáles son las prioridades que, en mi humilde opinión, deberían marcar los pasos a seguir. Y si te escribo, es porque no coinciden para nada con lo que leo y escucho desde el pasado domingo. Ni en los foros donde hablan los hinchas, ni en los medios donde hablan los periodistas.
La misma noche del sábado pasado, el primer debate que se planteó fue en torno al técnico y los jugadores que se debían traer para afrontar la B Nacional. Y en eso seguimos, con la urgencia a flor de piel. Mirando la fecha de comienzo del torneo, y discutiendo si hay que contratar futbolistas que conozcan la categoría; u otros de primer nivel; si Brindisi sí o Brindisi no. Y básicamente, repitiendo con obsesión la necesidad de «volver rápido».
Eso para mí, y aceptando todas las opiniones, es empezar la casa por el techo. El club, estimado Javier, está económicamente quebrado y no soporta ni una deuda más. Nadie lo sabe mejor que vos. Y una institución sin ningún margen de maniobra financiero está condenada al sufrimiento eterno. Entonces, creo que la primera y máxima prioridad es cambiar el discurso, y explicar que lo importante no es cuándo se vuelva a Primera, sino cómo. Una vez pasado lo peor, el propio descenso, es imprescindible hacer que el hincha entienda que para volver a ser un equipo grande y ganador, que pelee títulos y Copas con la frecuencia que Independiente merece, es obligatorio refundar el club. Y dudo mucho que eso se consiga en el fugaz plazo de una temporada.
Entonces, hay que mirar más lejos. Es correcto quitarse de encima jugadores de rendimiento nulo y contratos abultados, pero no tiene sentido reemplazarlos por otros de rendimiento impredecible, aunque sean algo más baratos. Ha llegado la hora de tirar con lo que hay. Se puede buscar a alguien para reforzar la banda derecha, o un «5» si es imposible retener a Vargas. Pero nada más. Este año es el turno de los Assman, Diego Rodríguez, Velázquez, Cáceres, Villalba, Godoy, Trejo, Fernández, Caicedo, Montserrat, Iván Pérez, Pizzini, Miranda, Buter, Benítez… más Tula y Montenegro si se quedan. ¿Que no alcanza para ascender ya? Tal vez, pero sí para empezar a equilibrar los balances, y la prioridad debe pasar por ahí.
Entiendo la ansiedad del hincha, pero vos deberías situarte por encima. Para eso te eligieron. Deberías explicar con pelos y señales que achicar el pasivo tiene que ser la primera pata de un programa serio de refundación. Y decirles a las socias y socios del club que vas a contar con ellos, vía referéndum o semejante, para cualquier decisión importante que se vaya a tomar. Deberías preguntarles, por ejemplo, si están dispuestos a achicar el patrimonio y las comodidades sociales para reemprender el crecimiento. Vendiendo el complejo de Wilde. O la sede de Flores. O ambas cosas. Consultarles si van a apoyar un proyecto a largo plazo, aunque el precio a pagar pudiera ser -aunque no necesariamente- demorar unos años el regreso a Primera. Y a partir de ahí escuchar o no el pedido de elecciones anticipadas que llegan desde la oposición interna, y buscan quedarse con porciones de poder, pero sin proponer planes concretos.
Equilibrar las cuentas permitiría poner en pie la segunda de las patas de ese programa: el refuerzo del trabajo en las divisiones inferiores. Con buenos maestros y mejoras sustanciales en las condiciones de la pensión y de la seguridad en la entrada a las instalaciones de Villa Domínico (hay padres que no quieren que sus hijos jueguen en Independiente, cansados de que los asalten todas las semanas). E incluso, una bocanada de dinero fresco hasta podría permitir, quizás, terminar por fin el bendito estadio, lo que generaría más ingresos en el futuro.
La tercera pata, evidentemente, pasa por retomar la lucha contra los violentos. La barra brava se comportó medianamente bien en el final del campeonato, pero su presencia y poder en el club y la cancha siguen siendo incompatibles con la idea de una entidad saneada también en el aspecto moral. Además, ya ha quedado demostrado que su «fiesta» en las tribunas no asegura ni goles, ni puntos, ni salvaciones. Solo vivir en el filo de la navaja, y como cantaba Serrat, es mejor cuidarse mucho de las malas compañías.
Estas son, en mi modesto criterio de hincha de Independiente a quien le duele este presente, las bases de lo que debería ser un proyecto serio para un club sostenible y con futuro. El descenso a la B Nacional es una posibilidad gigantesca de emprender este nuevo camino, y hoy está en tus manos y tu inteligencia saber guiarla. «Volver rápido» no puede ni debe ser la prioridad. Porque si volvemos en las mismas condiciones en las que nos fuimos, estaremos condenados a la penuria, a caminar por la cornisa, a mirar más tiempo los promedios que las Copas.
Primero hay que reconstruir, fortalecerse y crecer. Entonces el ascenso vendrá solo, y tendremos base para soñar con títulos y Copas. Hay que volver reconvertidos en grandes nuevamente. Entonces pasaremos definitivamente esta página negra. Cualquier otro camino lleva a la mediocridad, al sube y baja, a ninguna parte…
Y todos sabemos, estimado Javier, que para comprobar que eso es así existen ejemplos muy claros, y muy cercanos. Demasiado cercanos…
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