La inquietante sombra de Francia 2002

Nota lista EspañaAyer, Vicente del Bosque dio a conocer la lista definitiva de 23 futbolistas con los que España intentará revalidar próximamente su título de Campeón del Mundo en Brasil.

Hoy, el diario El País publica un artículo donde, de alguna manera, expreso mi opinión al respecto.

Lo copio aquí debajo y también dejo el link a la web del periódico: http://deportes.elpais.com/deportes/2014/05/31/mundial_futbol/1401553928_290953.html

Espero vuestros siempre amables e interesantes comentarios.

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LA INQUIETANTE SOMBRA DE FRANCIA 2002

El 12 de julio de 1998, Didier Deschamps levantaba en el París la primera, y por ahora única Copa del Mundo ganada por la Selección francesa. Bajo la batuta del veterano Aimé Jacquet y comandados por Zinedine Zidane, les bleus barrieron a los brasileños en la final e inauguraron un período de esplendor donde fueron los dueños del fútbol planetario. Pese al cambio de entrenador -Roger Lemerre se hizo cargo del equipo-, Francia se consagraría en la Eurocopa 2000 e incluso se llevaría la Copa Confederaciones al año siguiente.

Cuando llegó la hora de confeccionar la lista para el Mundial de Japón y Corea, Lemerre no tuvo dudas y tiró de la vieja guardia: 13 de los 22 futbolistas que levantaron el trofeo en el Stade de France repitieron asistenica: desde Barthez a Henry, pasando por Desailly, Vieira, Zidane o Trezeguet. Es decir, la columna vertebral del equipo. Francia llegó a la cita asiática con la chapa unánime de candidato a repetir la gesta, pero acabó entrando en la historia por la puerta falsa: se convirtió en el primer campeón en ser eliminado en la primera fase del Mundial siguiente, con el agregado de marcharse sin marcar un gol (0-1 con Senegal; 0-0 con Uruguay; 0-2 con Dinamarca).

Decía Vicente del Bosque en estos días que ni él mismo es el de hace seis años. Sin embargo, en su lista de cara a Brasil 2014 repiten hasta 16 de los 23 que rompieron el maleficio español en Sudáfrica. Y serían más si no fuera por las lesiones de Víctor Valdés y Jesús Navas.

La decisión tiene su lógica. La tendencia natural de los entrenadores es respetar las jerarquías y mantener aquello que funciona, ya sea la convivencia en grupo como el funcionamiento futbolístico. Y además, nadie discute la sabiduría, el compromiso y el nivel actual de juego de gente como Sergio Ramos, Busquets, Iniesta, Silva o Fernando Torres.

Pero sin duda, también tiene sus riesgos. Otra vez, como en el caso de los franceses en 2002, España se presentará a defender su título casi con las mismas armas que antaño. Los pocos recambios serán por pura obligación -además de los lesionados, Puyol, Capdevila y Marchena están retirados de la alta competición; y solo las salidas de Arbeloa y Llorente pueden considerarse decisiones tácticas del entrenador salmantino-, pero en ningún caso afectan a la columna vertebral del equipo.

La continuidad garantiza compenetración y fidelidad a una forma de jugar. El contrapeso es, por un lado, el innegable aumento en el promedio de edad de un grupo que sin llegar a ser veterano acumula demasiados minutos y demasiado desgaste en los últimos años. Y por otro, la falta de sorpresa. Todos, hasta el más despistado de los entrenadores del mundo, saben a qué juega España. Todos han estudiado hasta el menor detalle de sus mecanismos de ataque y de sus sistemas de defensa. Y en Brasil, al equipo de Del Bosque le esperan dos meticulosos preparadores de partidos: Louis Van Gaal, con parte de los holandeses que cayeron en la final de Johannesburgo; y Jorge Sampaoli, con un grupo de chilenos ávidos de gloria.

Para sorprenderlos, España mantiene la estructura y no parece reservar más ases en la manga que los que puedan aportar Koke, los laterales y un renqueante Diego Costa. No hubo lugar para más productos de la prolífica cantera española (Isco, Iturraspe, Carvajal, Íñigo Martínez…) ni para jóvenes promesas como Deloufeu. Y si bien es cierto que Thiago tenía un sitio reservado, en tal caso es más que probable que el volante del Atlético de Madrid se hubiera quedado en casa.

Como el fútbol brinda argumentos para todos los gustos, siempre se puede argüir que Brasil llevó en 1962 a 14 de los 22 jugadores que habían estado en Suecia cuatro años antes, y volvió a ser campeón del mundo. Aunque también es innegable que ha pasado mucho tiempo desde entonces, que el fútbol ha cambiado y que la sombra de Francia 2002 asoma mucho más cercana.

Nadie mejor que Del Bosque conoce el material que tiene entre manos. Pero su apuesta no deja de ser muy arriesgada.

 

 

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La selección española, el estilo y los debates

El Mundial de Brasil ya está a la vuelta de la esquina, y aunque las últimas fechas de la Liga y la final de la Champions concentran la atención de los hinchas españoles en estos días, ya es tiempo de ir anticipando lo que será la mayor cita del fútbol del planeta.

Contraataque

El País de hoy publica un artículo mío donde planteo un par de debates: ¿cómo debería jugar la selección española este campeonato?, ¿a quién le importa de verdad el estilo?

En este caso, afortunadamente, no hubo cortes ni ediciones que lamentar, y el artículo se puede leer tal como salió de mi ordenador, aunque de todos modos cuelgo por aquí la versión original, y también, por supuesto, el link a El País: http://deportes.elpais.com/deportes/2014/05/07/actualidad/1399488839_829786.html

Espero que os guste y participéis en el debate.

¿Y SI ESPAÑA JUGARA AL CONTRAATAQUE?

Por Rodolfo Chisleanschi

El fútbol, reflejo fiel de la sociedad que lo genera, no es ajeno a modas y tendencias. Más bien lo contrario. Y por lo general, se rige por una lógica absolutamente simple y lineal: se copia al último ganador.

Ha sido así siempre, desde la WM del Arsenal, cuando solo existía la transmisión oral de la información, hasta la actual era 2.0. Y no existe mejor ejemplo que el fútbol español para demostrarlo. La revolución que planteó Johan Cruyff en 1988, prolongaron Jorge Valdano-Ángel Cappa a principios de los 90 y se fue haciendo carne en los entrenadores más jóvenes tuvo recorrido porque logró resultados, títulos. Más adelante, cuando se afianzó en el Barça con Pep Guardiola se transformó en “estilo”, y en 2008 llegó a la Selección de la mano de un reciclado Luis Aragonés, adalid del contraataque que apenas un par de años antes en Alemania había preferido la teórica eficacia rocosa de Albelda a la joven magia de Iniesta.

En aquel año, Vicente Del Bosque se subió a un tren que ya iba a toda marcha. Impuso su sentido común, su criterio, su habilidad en el manejo de los grupos humanos, hizo algunos retoques y trasladó el reinado imperial del Barcelona a la Roja, dos equipos elogiados de forma casi unánime en el mundo y ampliamente merecedores de los títulos conseguidos, dos equipos que han creado escuela. Ahí están sus “hijos directos” para comprobarlo: sus trazos son apreciables de la Juventus al Liverpool y de Alemania a Bélgica o Suiza, más allá de las peculiaridades de cada cual.

Así, el fútbol español quedó imbuido de un “estilo”. ¿Todo el fútbol español? No. Basta con preguntar a los hinchas del Atlético y del Madrid si les importa algo tener la posesión del balón, ganar posiciones en el campo a partir de un progreso asociado y paulatino, o respetar la estética del toque corto y preciso durante los 90 minutos que dura un partido. O con leer y escuchar las cataratas de elogios que reciben Simeone o Ancelotti. Uno, básicamente por contagiar fe y exprimir al máximo las opciones de una plantilla en teoría inferior a muchas otras; el otro, por infundir cordura y tranquilidad en un club tan poderoso como sísmico sin cambiar sustancialmente la forma de jugar.

Ni el Cholo ni Carletto pregonan el “estilo” español. Pero ganan. Y los mismos que dicen defender a muerte la filosofía de la Roja se calientan las manos de tanto aplaudirles.

Cabe preguntarse entonces qué hará Del Bosque en el cercano Mundial, ahora que la locomotora parece haber modificado su dirección.

A primera vista parece haber dos opciones. La primera es mantener la línea seguida hasta aquí. Para ello habrá que confiar en la recuperación de Xavi y apostar a que sea capaz de jugar al máximo nivel cada 4-5 días, esperar que Busquets, Cesc e Iniesta rescaten sus mejores versiones, apostar a que el esfuerzo físico no le pase factura a Xabi Alonso y a que Silva retome el nivel que tenías antes de su última lesión. Y por supuesto, rezar para que Diego Costa se acople rápido a una forma de jugar que desconoce para aportar los goles que se ha llevado Villa. Es decir, tiene sus riesgos, porque los intérpretes no pasan por sus momentos más brillantes.

La otra posibilidad es volver a coger el tren en marcha y transformar el sistema en un 4-4-2 o incluso un 4-4-1-1 que no se fije como meta ganar la posesión sino los espacios, tal como hacen el Madrid y el Atlético (o Brasil y Uruguay, para hablar de selecciones), que aproveche la velocidad de Pedro/Navas, y que se adapte a las características de Diego Costa para jugar de contraataque. Es decir, cambiar el sentido, renunciar de alguna manera a lo hecho en los últimos años y seguir la tendencia más reciente. En tal caso surgirían los interrogantes: ¿lo aceptarían la hinchada y la prensa? ¿Recibiría Del Bosque tantos palos como Martino en el Barcelona por “traicionar el estilo”? ¿Hasta dónde el hincha común -y el periodismo en general- valoran de verdad el “estilo”?

Muy probablemente, todo dependería de los resultados. Como por otra parte ha sido siempre, desde los tiempos de la WM del Arsenal.

En todo caso, ya tenemos un motivo más para debatir antes de que empiece el Mundial.

@rodochisleanchi es periodista argentino afincado desde hace 25 años en España.

Furia amarelha, la nueva MarcaBrasil

Bajada la persiana de la Copa Confederaciones, paso previo al Mundial de Fútbol 2014, algo ha quedado meridianamente claro: Brasil vive tiempos de cambios.

Incidentes en los alrededores del Maracaná, durante la final de la Copa Confederaciones

Incidentes en los alrededores del Maracaná, durante la final de la Copa Confederaciones

Durante un mes, el planeta torció la cabeza en dirección al gigante sudamericano y se encontró con escenarios impensados. Fuera de los estadios, donde esperaba ver la pujanza de un país que lidera el grupo de los «emergentes», el que le presta la «B» al apócope BRIC que tan en boga pusieron los economistas, se encontró con un pueblo en armas, que tomó las calles con inusitado fervor, no para celebrar ningún triunfo de la verde-amarelha (más bien al contrario, dándole la espalda a su deporte favorito) sino para denunciar las injusticias, desigualdades y agujeros negros de una manera de gobernar que parece tener más de «burbuja» que de crecimiento sólido.

Y sobre el césped, donde esperaba encontrar algún atisbo de los viejos tics del futebol brasileño, aquel del jogo bonito y la pelota al pie, se encontró con un equipo rocoso, de dientes apretados y botines afilados, que se llevó el título a base de garra y orgullo, y con muy pocas concesiones a la estética. Más heavy metal que samba.

Pocas veces es posible resumir un panorama con tanta precisión como ocurrió anoche en Maracaná, afuera y adentro del estadio. En el reducidísimo espacio de 500 metros a la redonda, quien quisiera verlo pudo presenciar estas dos realidades que hace un mes muy pocos podían vaticinar.

Luiz Gustavo, Hulk y Oscar rodean a Iniesta durante la final.

Luiz Gustavo, Hulk y Oscar rodean a Iniesta durante la final.

En el interior del remozado y mítico estadio, la selección dirigida por Luiz Felipe Scolari pareció repetir aquel legendario grito de Belauste en 1920, «¡A mí el pelotón Sabino, que les arrollo!» y pasó literalmente por encima de España, desde el minuto uno al noventa, sin dejar que apareciera ni el más mínimo atisbo del fútbol atildado, preciso y precioso que distingue a la actual campeona del mundo.

Afuera, en los alrededores, los incidentes tampoco tuvieron tregua. Quienes estaban más interesados en la cuestión social que en la deportiva también pudieron ver en directo cómo los manifestantes hacían retroceder a la policía mediante el lanzamiento de bengalas y demás objetos, con idéntica determinación que Paulinho o David Luiz negaban el pan y la sal a los Iniesta, Xavi y compañía.

Ahora y durante un año, el tiempo justo que falta para el Mundial, el planeta repartirá su mirada allí donde la actualidad lo indique. Pero en junio de 2014 volverá otra vez sus ojos hacia Brasil, y en ese momento ya no habrá lugar para las sorpresas. Porque todos sabemos qué nos vamos a encontrar: un pueblo en llamas y una seleçao belicosa. Furia amarelha, se mire por donde se mire…