Vendo banco malo, no se sabe si bonito, y solo en teoría barato

EL ENGAÑO NUESTRO DE CADA DÍA

De a poquito, el famoso «banco malo», o mejor dicho «peor» va tomando forma. Si la semana pasada se supo que sus activos iban a rondar la bonita suma de 90.000 millones de euros en créditos e inmuebles, y que las inmobiliarias se quedarán por fin sin salvavidas (una de las grandes, Reyal Urbis, de hecho ya ha pedido preconcurso de acreedores, con un agujero de más de 3.000 millones); hoy el diario Expansión afirma que el precio al que el SAREB, que así se llama el engendro, adquirirá esos activos será más bajo que el señalado en su día por la consultora Oliver Wyman, encargada de auditar los números de los bancos españoles.

No es de extrañar. La «troika» apostaba por esa reducción, Joaquín Almunia (a quien Alfredo Pérez Rubalcaba acabará por hacer bueno como candidato del PSOE), quien desde hace años responde fielmente a la letra que dictan en Bruselas, indicaba lo mismo; y el antecedente irlandés, con descuentos de un 58%, iba también en esa dirección.

Dice Expansión que habrá una reducción de un 54% sobre el precio de transferencia en viviendas nuevas; de un 48% en las de segunda mano; y hasta de un 86% en la valoración del suelo.

¿Qué se pretende con esto? Ponerlo más guapo para «venderlo» mejor. O lo que es lo mismo, atraer más inversores privados, con la ilusión de que recuperarán su dinero si posteriormente los activos se venden a un precio superior al de compra. Y de esta manera, según explican, el aporte de fondos públicos sería menor.

¿Cuál es el problema? Que si el SAREB paga menos a los bancos por su «basurilla» estos sufrirán más pérdidas en lo inmediato. Esto tendrá dos consecuencias. En el caso de las entidades ya «nacionalizadas» vía el FROB (Bankia, Novacaixa Galicia+EVO, CatalunyaCaixa y Banco de Valencia), que habrá que darles más dinero proveniente del rescate europeo ya solicitado por España. Y en el caso del resto de los bancos, que tendrán que aumentar su cartera de ahorros propios (provisiones) para solucionar el aumento del saldo en rojo, algo que en algunos casos puede poner en peligro la continuidad de entidades como Liberbank (unión de Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria), Banco Mare Nostrum o Caja 3 (unión de Caja Badajoz, la burgalesa Caja Círculo y la zaragozana Caja de la Inmaculada), obligando a nuevas fusiones o «nacionalizaciones».

Luis de Guindos

Y aquí está el engaño nuestro de cada día. Porque el dinero del rescate no va directo a los bancos sino que entra reconvertido en deuda del Estado. El Gobierno dijo que no iba a ser necesario gastar los 100.000 millones solicitados en su día, pero ya veremos si al final eso es así. Porque el FROB y el Fondo de Garantía de Depósitos están en rojo, y de algún lado tendrán que salir los fondos para tapar esos agujeros. Y en definitiva, se use como se use, a la larga ese dinero será público, porque al BCE habrá que devolvérselo entre todos, que ya nos lo hicieron poner como prioridad en la misma Constitución.

Es decir, que esta semana, cuando De Guindos ofrezca oficialmente los detalles de funcionamiento del SAREB, intentará convencernos de que la idea de bajar los precios de compra de los activos es un beneficio para todos. Pues no. Como se ha visto, lo que no se va en lágrimas se irá en suspiros.

Ah… Y una cosa más. Que con esta medida ni los bancos que recibirán el rescate ni los otros recuperarán su capacidad para otorgar créditos, que sería el único aspecto positivo de esta operación de trileros, ya que ayudaría a reactivar la economía.

Pero, ¿para qué? Eso en realidad no parece importarle a nadie…

El Editorial del Domingo

DÍAS DE ESTRÉS

Verás que todo es mentira, verás que nada es amor…
(Yira, Yira. Tango de Enrique Santos Discépolo)

La Gran Mentira en la que vivimos, una Mentira presente en muchas más cuestiones que las evidentes, está compuesta de mentiras más pequeñas, así, en minúsculas; y otras intermedias, que destacan por estar generalmente bien contadas. Entre estas últimas, la crisis ha puesto de moda los test de estrés a los bancos, un jueguecito más de los brujos que manejan los números para que algunos se distraigan, otros –las consultoras y auditoras contratadas- ganen un buen dinero, y la mayoría miremos como si entendiéramos lo que nos dicen, y además creamos que es verdad.

Los primeros test de estrés a los bancos europeos, en julio de 2010, sirvieron para que en su día Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el Gobierno de ZP, y los tertulianos, columnistas y cantamañanas afines sacasen pecho por la fantástica y mesurada gestión del Banco de España; la prudencia de las entidades financieras españolas en general, que no se habían lanzado a la caza de las hipotecas subprime que dieron comienzo a la caída en picado de la economía mundial; y por las buenas notas que sacaban nuestros bancos y cajas, comparados con los del resto de Europa. El único problema es que todo era mentira. Porque ninguno de los bancos españoles dio sus verdaderos números ni valoró la basura inmobiliaria en su justa medida.

Dos años y pico después de aquella primera vez que supimos que los bancos también sufren de estrés, y no solo los clientes a quienes estafan o desahucian, seguimos con los tests a cuestas. Pero por suerte algo ha cambiado. Ya casi nadie los cree. Ni siquiera el benemérito mercado. Los 53.700 millones de euros que, según los datos que dio el viernes la consultora norteamericana Oliver Wyman, necesitarían las entidades españolas para ser vistas como sólidas, ya eran puestos en duda una semana antes a uno y otro lado del Atlántico.

Como si de una publicidad de neumáticos se tratara, en Moncloa aseguran que el estudio realizado contempló las más duras condiciones, “con un rigor sin precedentes”, según Fernando Restoy, subdirector del Banco de España. Desde Wall Street, ya el lunes decían que el test padecía de varios puntos negros. Los principales es que no se conocen los criterios utilizados por la consultora para realizar los cálculos, pero sí se sabe que las auditoras contratadas para tasar los activos tóxicos no analizaron el stock total sino un muestreo hecho a boleo. Más aun, desde varios días antes no cabían dudas de que la cifra final estaría cerca de los 60.000 millones que previamente estimaba España como necesidad de financiación. Ni mucho más abajo, para no ser del todo increíble; ni por encima, para no terminar de hundir al resto del sistema que todavía no fue nacionalizado. Y “casualmente”, así fue nomás.

Mariano Rajoy, fumando un puro por Manhattan

Sin embargo, estos tests tan poco creíbles fueron solo una de las muchas causas de estrés que vivió esta semana el Gobierno de Mariano Rajoy. El piso se mueve bajo los pies del Presidente, sin que nada ni nadie lo pueda remediar. En su visita a la Gran Manzana debió soportar, además de los recelos de Wall Street, que el New York Times le afeara su querida imagen de la “marca España” con un artículo sobre la pobreza creciente. En Europa, el club de la triple A (que en Argentina sonaría tenebroso, ya que así se llamaba la organización que comenzó la caza de militantes de izquierda antes de la dictadura de Videla), es decir Alemania-Finlandia-Holanda, puso en dudas las condiciones de un eventual rescate, lo que volvió a disparar la prima de riesgo; antes de ofrecerle un “abrazo de oso” por el anuncio de reformas y leyes restrictivas hecho el jueves. Y dentro de casa, al margen de las críticas por los presupuestos de 2013, se sumaron el imparable acelerón soberanista de Cataluña, el enésimo aumento de las cifras de déficit en 2011 (que a finales de septiembre todavía se estén modificando da otra pauta de los niveles de Mentira en los que navegamos), las encuestas que indican una brutal caída de 10 puntos en las intenciones de voto al PP menos de un año después de su éxito electoral, y el relanzamiento de las protestas callejeras, pésimamente gestionadas por la Delegación del Gobierno en Madrid, la policía y el Ministerio del Interior.

Peor imposible. ¿Imposible? Siempre puede ser peor. Porque de acuerdo al camino elegido por Rajoy y los suyos, no se aprecian soluciones para ninguno de los problemas causantes del temblor.

Asegurar que la banca española es sólida puede valer de cara al interior para que los más crédulos mantengan la fe en el PP en las elecciones gallegas, pero los antecedentes cercanos demuestran que antes o después la realidad sale a flote, y no habrá banco malo que sirva para tapar los tremendos agujeros todavía existentes en los balances de las entidades de crédito.

Cumplir a rajatabla con los mandatos del eje Berlín-Bruselas puede tranquilizar temporalmente al club de la triple A, pero ya hemos visto que es una calma muy relativa, que se altera al mínimo indicio de que los números no son exactamente como se dicen. Y todos sabemos (ellos también) que ni lo son ni lo serán.

Plantear unos presupuestos basados en restricciones, recortes y aumentos de impuestos que profundizarán la recesión, y que al mismo tiempo aseguren un crecimiento de los ingresos por la vía del IRPF y el IVA es hacer prestidigitación económica, un engañabobos sin pies ni cabeza.

Foto: Álvaro Castrillo

Enfrentar el desafío de Artur Mas aferrándose a la legalidad de una Constitución que justamente es de la que pretenden “escapar” en Cataluña es tan ridículo que no necesita ni explicación. Y frenar el impulso de la calle a fuerza de porrazos indiscriminados tiene un único efecto a favor del Gobierno: que durante unos días se desvíe el eje de la discusión, y se hable más de la violencia de uno y otro lado que del pedido de dimisión y apertura de un período constituyente, que dio origen a las movilizaciones de estos días. Pero el boomerang traerá en el futuro cercano más y más reacción contra cada nueva medida que golpee el bolsillo y los derechos ciudadanos.

¿Cómo salir de semejante atolladero? Parece difícil. Rajoy, fiel a sí mismo, mantendrá su silencio, su tancredismo, su parsimonia. Que el tiempo pase y todo lo acomode, que los demás se incendien. Pero cada semana que transcurre, la actitud impasible de un Presidente sin respuestas cuela menos. Por eso, no extraña que el viernes el analista económico del diario británico The Telegraph le procurara el último golpe de estos días: “Rajoy es un muerto viviente”, escribió, para terminar de estresar a un Gobierno que ya no sabe cómo ocultar lls mentiras.