Ni «especial», ni «único». Apenas ganador y muy bueno

Manuel Pellegrini

Campeón en Argentina con San Lorenzo de Almagro y River Plate. Semifinalista de Champions League con un club tan modesto como el Villarreal. Subcampeón en 2009 con el Real Madrid, a apenas tres puntos del “invencible” Barcelona de Guardiola. Y en la actualidad, feliz conductor de un Málaga que camina con firmeza en Liga y Champions pese a los sobresaltos económicos del último verano y la marcha de jugadores importantes como Santi Cazorla o Rondón.

Hablo, por supuesto, del chileno Manuel Pellegrini, aquel entrenador que Florentino Pérez no quería, pero decidió aceptar en el Real Madrid porque era una apuesta personal de Jorge Valdano (por entonces Director General del club). Pérez, quien a su vez iniciaba su segunda etapa presidencial en la entidad blanca, lo presentó el 2 de junio de 2009 y le ofreció conducir un equipo que se iba llenando de fichajes desorbitadamente millonarios (Kaká, Cristiano Ronaldo, Benzemá…). Durante los tres años anteriores en Villarreal, el ingeniero Pellegrini había demostrado ser un entrenador con buen gusto futbolístico y que con tiempo para trabajar lograba cohesión, solidez y buenos resultados. Lo decía su currículum y por eso lo fichó el Madrid. Pero esos resultados eran lo único que podía defender Valdano ante Florentino, un resultadista a ultranza. ¿Cómo se logran los títulos? No es algo que importe a Pérez, a tenor de lo que vino luego…

Seguramente no serán pocos quienes consideren a Pellegrini el padre de un año de fracasos para el Real Madrid. No hubo títulos y resulta imposible no recordar el Alcorconazo o la eliminación en octavos de final de Champions ante el Olympique de Lyon. Parte de responsabilidad habrá tenido, por supuesto, aunque la menor, porque al Alcorcón (equipo de 2ª B en 2009) se lo debió superar incluso sin entrenador en el banquillo, solo por jerarquía de futbolistas (Guti, Gago, Higuaín, Kaká, entre otros); y porque frente al Lyon, el Madrid fue superior y mereció pasar de ronda. Pero el director técnico no queda solo frente a la portería y la estampa contra el palo derecho como hizo Higuaín, ni manda a las nubes no menos de tres tiros libres como hizo Cristiano Ronaldo. No. El entrenador solo puede sufrir en la banda e intentar mejorar diariamente en los entrenamientos. Pero suele ser el primero en pagar los platos rotos.

Sentenciado en febrero de 2010, Pellegrini tiró de profesionalismo, no se rindió, y sumó 96 puntos en su periplo como entrenador del Madrid. Nunca sabremos lo que hubiera pasado de haber continuado en el cargo, algo que la mayoría del madridismo deseaba, pese a los ataques que el chileno recibió de los medios afines al club blanco, que lo hubieran despachado luego de aquella noche de eliminación europea. Lo que vino en el Real Madrid tras su despido es muy sabido: pocos éxitos deportivos (1 Copa del Rey, 1 Liga y 1 Supercopa española) y poco  “señorío”, aunque el presidente haya dicho en una asamblea de compromisarios que “señorío también es denunciar las injusticias”. Por supuesto, las que denunciaba el Special One que sucedió a Pellegrini en el banquillo: José Mourinho. Como si Florentino dictara cuál es la “verdadera justicia”. ¿Pero para eso no están los jueces?

Cuesta imaginar al ingeniero Pellegrini “llorando” ante la prensa por quedar eliminado en un torneo y enumerando árbitros para justificar su racanería y la inferioridad de su equipo. Cuesta imaginar a Pellegrini dando la orden de no regar ni cortar el césped del… ¡¡¡Bernabéu!!!!, su propio campo. Cuesta imaginar a Pellegrini como un narcisista que se llame a sí mismo The only one (El único). Y por supuesto, es imposible imaginar a Pellegrini metiéndole el dedo en el ojo al entrenador rival como una pataleta de chiquilín malcriado.

En cambio, resulta muy sencillo ver la labor que realiza Manuel Pellegrini. En San Lorenzo, en River, en Villarreal, en el Real Madrid y hoy en el Málaga*, el chileno sigue demostrando que con tiempo, y si lo dejan trabajar, lo hace muy bien, conforma buenos equipos, se adapta a las circunstancias, logra notables desempeños individuales y colectivos; y sobre todo, obtiene resultados. En silencio, sin hacer ruido, él también sabe y puede ganar, aunque no sea ni “especial” ni “único”. Simplemente, es muy bueno.

Ignacio Mosteirín

* Esta noche, a las 21.30, hora española, el Málaga se enfrenta al Atlético de Madrid en el estadio Vicente Calderón, con el segundo puesto de la Liga en juego.

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