El Barcelona no tiene rival

Juanfran pelea con Cristiano Ronaldo

Juanfran pelea con Cristiano Ronaldo

Se fue el derby madrileño. Chato, friccionado, aburrido, con apenas algunas gotas de fútbol -aportadas todas por el Real Madrid-, y la conclusión es que la Liga española es más escocesa que nunca: si en el norte de las Islas, ausente el Glasgow Rangers, el Celtic se ha quedado solo, aquí el Barcelona no tiene rival.

Y no lo digo desde una mirada estética del fútbol, que puede estar sujeta a gustos y opiniones, sino a una concepción más amplia que integra filosofía de juego, estilo, convicciones, armonía interna; y por supuesto, calidad técnica y variedad táctica. No se trata de abundar en los elogios que lleva recibiendo el actual líder de la Liga desde hace años, que por gastados ya se hacen aburridos, sino de mirar a sus téoricos rivales directos.

El Atlético de Madrid pareció asomar como uno de ellos. Pero eso se acabó anoche. El naufragio del Bernabéu significa mucho más que abrir la brecha de puntos entre el primero y el segundo. Porque el Aleti, más que perder, demostró ser de una categoría menor. Se sabía que era así en jerarquía individual de sus futbolistas, pero eso en fútbol puede suplirse con seguridad, con confianza, con firmeza y con ambición. Pues bien, el día de la gran reválida, la noche que debía marcar el antes y el después en la evolución de este equipo, los rojiblancos demostraron que todo está como era entonces. Diego Simeone, que fue valiente en las finales europeas contra el Athletic de Bilbao y el Chelsea, se encogió en el Bernabéu. Planteó un partido a una distancia sideral de Casillas, y al cuarto de hora ya se le habían acabado los argumentos. Peor aun, ni siquiera supo reaccionar a tiempo. Es imposible saber qué hubiera pasado con Adrián, Emre o Raúl García en el campo desde el arranque del complemento. La realidad es que no lo hizo, y solo se atrevió a cambiar algo cuando el partido ya discurría plácido para el Madrid.

Y el Real Madrid, que ganó sin discusión, tampoco se ha sacudido las sombras que lo acechan. Un poco porque Mourinho se empeña en «embarrar» la cancha con sus retos, internos y externos, rompiendo una armonía imprescindible para mantener la exigencia que plantean Messi y compañía. Y un mucho porque el conjunto no acaba de encontrar la onda. Anoche aprovechó el viento a favor que produjo el tiro libre de CR que abrió la lata, pero hasta el segundo tiempo no se vislumbró mejoría por ningún lado, ni en el control ni en la elaboración del juego. Así, será difícil imaginar siquiera la posibilidad de descontar la desventaja respecto a un Barça que bate récords y que en cada partido se aprecia más sólido, más seguro, más convencido. Un Barça que está muy lejos, y que en una Liga de 38 partidos, hoy por hoy no tiene rival a la vista.

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